GA275c5. La experiencia moral del mundo del color y del sonido prepara para la creación artística

Del ciclo GA275. El arte visto a la luz de la sabiduría de los Misterios

Rudolf Steiner — Dornach, 1 de enero de 1915

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Todas las cosas, todo lo hecho en el mundo y también todo comportamiento del ser humano tiene dos aspectos que constituyen una polaridad.

Ayer llamé la atención de Vds. sobre el hecho de que una comprensión sensitiva de nuestra concepción espiritual del mundo debe hacer penetrar en el alma humana la veneración y la devoción total frente al mundo espiritual. Otro aspecto de este comportamiento lleno de veneración y abnegación es el trabajo enérgico emprendido en el propio ser interior, la captación vigorosa de los factores de evolución de la propia alma, la vigilancia que permita siempre utilizar las experiencias interiores por las cuales aprendemos en la vida alguna cosa, para que nuestras fuerzas interiores progresen, para que escapemos al peligro de perdernos a nosotros mismos y para que cualquier cosa que ocurra en la vida a nuestro alrededor nos sea fácilmente comprensible. A fin de que tengamos la posibilidad de guardarnos, de adquirir la fuerza para comprender lo que puede parecernos incomprensible de los elementos exteriores que nos afectan, a fin de que podamos orientar el desarrollo de nuestra alma respecto a las cosas y que así el alma adquiera la justa comprensión del universo. He aquí lo que a título de saludo del Año Nuevo querría decir al principio de este año. La luna llena que brilla ante nuestros ojos en esta noche del Nuevo Año es el símbolo de este llamamiento. Si no fuera así, si comenzásemos el año con Luna Nueva yo hubiera actuado evocando estos recuerdos ante Vds. en sentido inverso; hubiera cerrado ayer el año con el recuerdo de la fuerza de evolución interior y hoy hubiera seguido con el recuerdo de la veneración.

Que semejante símbolo, cuyo brillo nos viene del macrocosmos, sea tenido verdaderamente en consideración, he aquí lo que debe ser considerado cada vez más como algo muy importante. Si en el transcurso del año tenemos momentos de tranquilidad dejaremos actuar sobre nosotros este signo pensando que este año puede ser particularmente importante para reflexionar, en primer lugar, en lo que la fuerza de veneración puede hacer en nosotros, y a continuación en lo que la fuerza que mantiene nuestra energía interior debe hacer de nosotros.

El orden en que los mencionamos nos es dado este año por la escritura de las estrellas y el mundo llegará a admitir poco a poco que el leer en las estrellas tiene importancia para el hombre. Trataremos de discernir en estos hechos aislados la gran ley de la existencia humana y a reencontrar el acuerdo que existe entre el macrocosmos y el microcosmos. En estos días el macrocosmos se nos expresa por esta fase de la luna llena de una forma completamente primitiva; nosotros encontramos en nuestro microcosmos la armonía con este macrocosmos si nos comportamos en consecuencia a lo largo del curso de este año, año que nace en medio de acontecimientos tan dolorosos.

La tonalidad fundamental que resuena a través de lo expuesto en estos días la encontraremos en el hecho de que con relación a las cosas más importantes, a las cuales en nuestro estudio hemos dado todo su valor vivimos en período de transición, en alguna forma en tiempos de esperanza, en tiempos en que debe crecer en nosotros el presentimiento de lo que debe llegar a la Tierra por la evolución, del cambio que hay que hacer para que de una concepción materialista del mundo se llegue a una concepción espiritual. Pero todo esto no podrá cumplirse plenamente si esta vuelta no es suficientemente amplia para englobar todos los dominios de la vida, y de modo especial el espiritual.

Ya hemos podido discernir por muchas de las cosas expuestas que la comprensión del mundo por el sentimiento, y no sólo por la inteligencia, tal como la propone la Ciencia Espiritual debe tener también como consecuencia una orientación completamente nueva de la creación artística, del placer artístico y que las fuerzas que nos son dadas por la Ciencia Espiritual nos son dadas también por una comprensión artística del mundo. Precisamente hemos tratado de explicar por nuestro edificio una especie de impulso, esbozando así al menos una pequeña parte de los impulsos de la Ciencia Espiritual que pueden animar la creación de las fuerzas artísticas.

Si profundizamos por completo en los sentimientos e impresiones que pueden nacer en nosotros ante nuestra concepción del mundo espiritual, podemos prever un tiempo en que el camino que conduce al arte será, para bien de todos, algo muy distinto a lo que fue en una época ahora pasada; estará mucho más animado de vida; los instrumentos de la creación artística serán vividos mucho más intensamente por el alma humana que lo fueron en el pasado; color y sonido serán vividos por el alma mucho mas íntimamente, en alguna forma como realidades morales, espirituales; en las obras de los artistas nos aparecerán, en alguna manera, los trazos de lo que viven las almas de los artistas en el Cosmos.

En la época que se acaba el artista creador y el aficionado se dedican únicamente a una especie de contemplación exterior y no apelan mas que a lo que viene del exterior; cada vez más se atienen a la naturaleza y al modelo. Lejos de nuestro pensamiento está el preconizar con rigidez un arte del futuro que se aleje de la naturaleza y que abandone la realidad exterior; lo que queremos evocar es una unión más intensa todavía con el mundo exterior, una unión tan profunda que no se limite a la impresión exterior que deja el color, el sonido y la forma. Esta unión englobará también lo que se puede vivir interiormente detrás del sonido, del color y de las formas, lo que se manifiesta a través del color, del sonido y de las formas.

Bajo este punto de vista las almas humanas harán en el porvenir descubrimientos ricos en sensaciones. Ellas unirán su ser moral y espiritual con lo que puede aportarnos la apariencia percibida por los sentidos. Se puede prever una profundización infinita del alma humana en este dominio. Tomemos como base un hecho aislado; el caso en el que nosotros llevamos nuestra mirada sobre una superficie coloreada brillantemente por un rojo bermellón; supongamos, por otra parte, que nos olvidamos de todo lo que se encuentra a nuestro alrededor al concentrarnos enteramente sobre la impresión que nos hace este color; él se convierte entonces en algo más que una cosa presente ante nosotros y que actúa sobre nosotros, se convierte en algo en lo que nosotros mismos estamos presentes, con lo que nos unimos. En ese momento, y en alguna forma, tendríamos esta impresión: en este mundo te has convertido por completo en color; tu alma, tu ser más profundo se ha hecho color; mientras estés en este mundo serás un alma habitada por el rojo, tú vivirás en el rojo, con el rojo y por el rojo. No se podrá vivir esto intensamente en el alma sin sentir transformarse esta impresión en una experiencia moral.

Cuando se recorre así el mundo sintiéndose identificado con el rojo, cuando la propia alma parece ser roja y también el mundo no se puede evitar sentir que al mismo tiempo este mundo rojo nos impregna de la sustancia de la cólera divina enviando a todas las partes sus rayos, hacia todo lo que en nosotros es posibilidad de mal y de pecado. En este espacio infinito y rojo nos sentimos como ante el tribunal de Dios y nuestra alma, nuestra sensibilidad moral, se extiende por todo el espacio infinito. Cuando a continuación viene la reacción, cuando algo emerge de nuestra alma mientras nos sentimos viviendo en este rojo infinito, lo único que existe es un sentimiento que podría expresarse con estas palabras: se aprende a rezar. Cuando en el rojo se puede sentir la irradiación de la cólera divina ante todas las posibilidades de mal que puede encubrir el alma humana, cuando en el rojo se puede sentir cómo se aprende a rezar, es que entonces la experiencia interior del rojo ha profundizado infinitamente. En ese momento podemos sentir también de qué modo el rojo puede tomar lugar en el espacio engendrando formas.

Si comprendemos cómo sentir interiormente lo que es un ser que irradia bondad, un ser lleno de bondad divina, de misericordia divina, un ser que queremos sentir presente en el espacio, entonces sentimos la necesidad de, a partir del color, dar forma a esta misericordia divina, a esta bondad de Dios, cuya presencia sentimos en el espacio; sentimos la necesidad de hacer rebrotar el espacio a fin de que la bondad y la misericordia brillen. Antes de que ella fuese todo estaba concentrado en el centro; ahora esta bondad, esta misericordia se hacen lugar en el espacio y como nubes que se dispersan ella hace retroceder a este espacio para que le ceda lugar; entonces sentimos que debemos pintar un rojo que se evade. A continuación tendremos este sentimiento: aquí en medio diseñaremos ligeramente una especie de malva rosa irradiando hacia el rojo que se dispersa.

Estaremos presentes con toda nuestra alma en esta actividad del color tomando forma; sentiremos con toda nuestra alma algo de lo que experimentaron los seres que están particularmente ligados al devenir de nuestra Tierra, aunque al estar ellos elevados al nivel de los Elohim han aprendido a crear el mundo de las formas a partir de los colores. Aprenderemos a sentir algo de la fuerza creadora de los Espíritus de la Forma, que para nosotros son los Elohim, y aprenderemos también un poco como, de alguna manera, la superficie coloreada deviene en algo que debemos sobrepasar porque con el color penetramos en el Universo. Cuando se produce tal evolución tan intensamente deseada, puede nacer un sentimiento como el que vive en Strader en el momento en que al ver el retrato de Capesius dice: «Esta tela quisiera traspasarla…» (R. Steiner: «El Portal de la Iniciación», cuadro 8º).

Al tomar uno de estos Dramas-Misterio se vera que él ha tratado de dar a esta experiencia una forma artística, lo mismo que se presenta ante nosotros cuando nuestra alma se esfuerza por ser acogida por las formas cósmicas, cuando por el sentimiento va acompañada de lo que sienten los Espíritus del Cosmos. Esto fue, verdaderamente, el origen de todo arte; pero fue preciso que viniera la época del materialismo y que apareciese este arte del pasado con su matiz dado por lo divino en el cual lo espiritual se revela como un elemento interior que transparenta a través de la materia; a continuación se transforma en un arte falso que en lo esencial es el de la época del materialismo, un arte incapaz de crear, que no puede mas que reproducir. Este es el signo de todo arte menor, de todo pseudo arte; no puede mas que reproducir, tiene necesidad de temas que pueda imitar y no puede crear a la vez, con actividad espontánea el contenido y la forma.

Tomemos ahora otro caso. Supongamos que en una superficie mas bien naranja hacemos lo que acabamos de hacer con la superficie roja, entonces pasaremos por otras experiencias. Al introducirnos en este naranja experimentamos la impresión de ir hacia el encuentro de la cólera divina; sentiremos, todo lo más, lo que de allí viene hacia nosotros, y en débil medida el carácter de gravedad de la cólera; sentiremos que se nos comunica que no quiere únicamente castigar, sino que nos quiere armar de fuerza interior.

Si seguimos con nuestro ser unido a esta superficie naranja, a cada paso hacia adelante experimentaremos este sentimiento: al vivir en las fuerzas del naranja nos hacemos lugar en el mundo con un vigor cada vez mayor, no seremos aniquilados por una condenación, lo que viene hacia nosotros no es únicamente para castigar, es para darnos fuerzas. Así es como vivimos unidos al naranja, aprendemos entonces a tender hacia la comprensión del interior de las cosas, hacia una unión con ellas. Por la vida en el rojo aprendemos a orar, por la vida en el naranja aprendemos a adquirir el conocimiento, aspiramos a conocer la esencia interior de las cosas.

Si actuamos de la misma forma con una superficie amarilla nos sentiremos, por la experiencia interior, como trasladados al comienzo de nuestro ciclo del tiempo; sentiremos así: ahora tu vives en las fuerzas por las cuales has sido creado, cuanto emprendiste tu primera encarnación en la Tierra. Lo que se es por la existencia terrestre se le siente emparentado con lo que viene de un mundo en el que uno se coloca al llevar el amarillo identificado con uno mismo.

Si uno se identifica con el verde y va así por el mundo —lo que se puede hacer muy fácilmente esforzándose en recorrer con la mirada una pradera verde y después olvidando cualquier otra cosa—; concentrándose por completo en la pradera verde y sumergiéndose en ella; evocando este verde como la superficie de un mar y hundiéndose en él se siente que se fortifica lo que él es en tanto que ser encarnado. Se tiene la impresión de disfrutar de una magnífica salud, pero al mismo tiempo se intensifican las fuerzas egoístas en el ser.

Si se hiciera lo mismo con una superficie azul, al recorrer el mundo se experimentaría la necesidad de seguir caminando siempre con el azul, de remontar en uno mismo el egoísmo, de llegar a ser en alguna forma macrocósmico, de desarrollar la abnegación; uno se sentiría feliz de poder conservar esta impresión gracias a la misericordia divina que viene a nuestro encuentro, y parecería que al ir por el mundo se recibiese la bendición de la misericordia divina.

Es así como se aprende a conocer la naturaleza interna del color. Como ya se ha dicho, podemos presentir que llegará un tiempo en que la preparación por la que pasará el pintor, el artista constituirá una experiencia interior moral en el color; una época en que será mucho más interiorizada, mucho más íntima de lo que fue en el pasado, la experiencia que prepara para la creación artística. Lo que aquí se dice no son mas que indicaciones que se desarrollarán en el futuro. Ellas derramarán sobre el alma humana lo que hará vivir en ella un sentido extraordinario de la creación artística a pesar de que el avance de la cultura materialista de nuestro tiempo ha secado el alma y la ha hecho pasiva. Es preciso que de nuevo las almas sean impregnadas de vida por una fuerza interior, que sean captadas por las fuerzas interiores de las cosas.

Una tal profundización y animación de la vida del alma se producirá gracias al mundo de los sonidos. Sobre este punto lo esencial en el período que acaba de transcurrir era que el ser humano hacía la experiencia del sonido aislado; después la de la relación de un sonido con otro. En el futuro el hombre en su experiencia interior podrá pasar tras la sonoridad. El sonido será para él como una ventana por la que penetrará en el mundo espiritual; ya no será un sentimiento impreciso que determinará la sucesión de sonidos, una melodía por ejemplo; detrás de los sonidos aislados, a través del sonido, el alma hará de nuevo una experiencia de orden moral y espiritual. Los misterios del sonido único se revelarán detrás de la sonoridad de esta experiencia.

Estamos todavía muy alejados de este sentimiento que nos hará abandonar el mundo sensible para elevarnos como por una ventana hacia el mundo espiritual a través de un sonido. Pero llegará. Sentiremos que el sonido es como una brecha abierta por los dioses para crear un puente del mundo espiritual hacia el mundo sensible, y nosotros pasaremos por el sonido para subir del mundo físico al espiritual. Por ejemplo, al oír una tónica sentida en lo absoluto, y no por el apoyo de los sonidos que la preceden en la gama, sentiremos que abandonamos el mundo sensible para elevarnos al espiritual, pero no sin correr un riesgo. El peligro es que estaremos amenazados de ser captados por completo, de sentirnos izados por la tónica lo mismo que por una terrible fuerza aspirante a través de la ventana del sonido que quiere que seamos enteramente absorbidos por el mundo espiritual. Si sentimos la tónica como una realidad absoluta experimentaremos que, espiritualmente, somos todavía muy débiles en el mundo físico sensible, que el mundo espiritual nos atrapa en el momento en que franqueamos esa ventana. Esta es la impresión moral que tendremos al elevarnos al mundo espiritual por la tónica. Se puede caracterizar la cosa de una forma muy simple, diciendo que todo lo que nosotros experimentaremos será un sentimiento muy difuso, infinitamente diversificado.

Si a continuación abandonamos el mundo físico para acceder por la segunda; como por una ventana, al mundo espiritual tendremos la sensación en este mundo de la presencia de fuerzas que en alguna forma sentirán piedad de nuestra debilidad y que dirán: tú eras débil en el mundo físico sensible, y cuando tu penetres en el mundo espiritual solo por la tónica será necesario que yo te disuelva, que te aspire, que te destroce o que te aniquile, pero cuando accedas por la segunda te aportaré algo que viene del mundo espiritual que te traerá el recuerdo de lo que allí se encuentra. Lo singular cuando penetramos en el mundo espiritual por la segunda es que tenemos la impresión de que es una suma de numerosos sonidos lo que suena en nuestros oídos y nos acoge. Cuando se penetra en el mundo espiritual por la tónica absoluta se entra en un mundo completamente mudo. Por la segunda se entra en un mundo en el que, cuando se presta atención, suenan ligeros sones de distintas alturas que quieren consolarnos de nuestra debilidad. Así es como se debe penetrar, al igual que no se puede invadir una casa material entrando por una ventana pues el propietario podría darnos una no muy buena acogida. Lo que hay que hacer en el mundo espiritual es llevarse los sonidos, y al identificarse con ellos, vivir enteramente a un lado y a otro de la membrana que nos separa del mundo físico sensible, y en la que es preciso representarse los sonidos como aberturas.

Al entrar en el mundo espiritual por la tercera, se tendrá el sentimiento de una debilidad todavía más intensa. Se sentirá que en realidad en el mundo físico se era muy débil en relación a su contenido espiritual.

En cuanto a la tercera se sentirá que allá hay sonidos amigos que no son ellos mismos terceras sino que se aproxima de una forma que determina lo que se era en el mundo físico. Al penetrar por la segunda se oían sonar dulcemente numerosos sonidos en medio de los cuales se vivía; cuando se hace por la tercera se siente que vienen al encuentro algo como sonidos amigos. Los que quieran componer deberán seguir de modo especial esta vía de la tercera pues así se les revelarán sucesiones y composiciones de sonidos que estimularán su creación artística. No serán siempre los mismos sonidos amigos; para los que entraron en el mundo por la tercera estos sonidos, en su naturaleza, serán dependientes de la atmósfera, del mundo de la experiencia interior, del temperamento, de una palabra, de toda la actitud que se tuvo en la Tierra, y se manifestará en una variedad infinita de sonidos.

El penetrar en el mundo espiritual por la cuarta será una extraña experiencia: ya no se escucharán sonidos por ninguna parte sino que las experiencias hechas en la tercera, lo que ya sonó se le sentirá vivir en el alma como recuerdos que emergen ligeramente. Al vivir así con los recuerdos sonoros en el momento de entrar en el mundo espiritual por la cuarta, se encontrará que ellos revisten constantemente coloraciones diferentes que unas veces se mostrarán en la claridad y alegría mas luminosa y otras se deslizarán con extrema tristeza; unas claras como el sol y otras deslizándose tristemente hasta la paz de la tumba. El temperamento de la voz, la subida y bajada del sonido, el desarrollo de la atmósfera de una obra musical estarán determinados por este caminar, por estos recuerdos sonoros.

La quinta engendrará experiencias, una visión interior más subjetiva, ella enriquecerá y estimulará la vida del alma. Actuará como una varita mágica que hará aparecer el misterio del mundo de los sonidos más allá de la realidad material y como emergiendo de profundidades inconmesurables.

Tales son las experiencias que se harán si se deja de tener un contacto con los fenómenos del mundo limitado a lo que se ve y a lo que se oye, si se les vive interiormente. Es por esta experiencia interior —especialmente de los colores y los sonidos, aunque también de todo lo que es elemento de arte— como tiene que ser encontrada la vía que debe seguir la humanidad para, frente a las cosas, elevarse sobre la simple unión exterior con ellas y el curso que ellas siguen para poder penetrar en su realidad interior profunda, en sus secretos. En ese momento le será dada al hombre una inmensa consciencia de su unión con las fuerzas divino espirituales, unión perdida por la consciencia materialista, que le conducirán y guiarán a través del mundo; de un modo especial se verá como experiencia interior, la realización de las fuerzas que, por ejemplo, guían al hombre de una encarnación a otra.

Si no se alimenta con carburante una locomotora no será posible que arrastre ningún tren; de igual forma es preciso que sean constantemente estimuladas las fuerzas que provocan los acontecimientos del mundo y las que hacen progresar al ser humano, y al mismo tiempo el hombre debe aprender a saber unirse a esas fuerzas.

En una ocasión tuve oportunidad de hacer una importante experiencia. En el lugar en el que viví cierto tiempo vivía un jurista muy célebre a cuyo gabinete acudía mucha gente con la idea de que él debía ganar los procesos más espinosos; y es así como ocurría en numerosos casos. Su dialéctica de jurista era extremadamente perfecta y las gentes que le conocían sentían hacia esa dialéctica una enorme admiración. Un día se le confió un proceso difícil, el de un hombre rico que había sido condenado y debía sufrir una importante pena. El abogado puso en marcha su dialéctica mas sutil, su mas extrema habilidad. Pronunció un largo informe y el auditorio tuvo la impresión de que si el jurado —se trataba de un tribunal de audiencia— no absolvía al acusado no se podría determinar lo que sería capaz, todavía, el arte del abogado. Todos los que habían experimentado esta habilidad tenían la impresión de que el jurado, que se había retirado para deliberar, absolvería al acusado.

En este proceso no había solamente un abogado hábil, sino también un presidente del tribunal hábil, y aunque no se hacía demasiado tarde para tomar una decisión, el presidente dijo: «Se suspende aquí la sesión y se reanudará mañana». Al día siguiente por la mañana el jurado todavía debía deliberar y se tomaron una noche más para reflexionar sobre el asunto. Esta forma de dar largas al asunto, como decía el abogado, le contrarió mucho. La sesión se reanudó, el jurado se retiró y todo el mundo esperó con gran impaciencia a que regresasen; el más impaciente era nuestro abogado. Al cabo de un cuarto de hora reaparecieron, y cuando el abogado les oyó salir tan deprisa de la sala de deliberaciones, cayó desmayado. Cuando recobró el sentido, sostenido por uno de sus amigos, el acusado había sido condenado, cosa que el abogado no supo hasta después de salir de su desvanecimiento.

¿Qué se podría decir después de haber examinado el curso aparente de los hechos, después de haber visto lo que se ofreció ante la vista de los hombres?. Se podría decir que este abogado era un hombre muy ambicioso y que el ganar este proceso le importaba tanto que, incluso antes de haber oído el veredicto se desvaneció. Cuando vio que las deliberaciones eran tan cortas comprendió claramente que el acusado sería condenado, ya que para absolverlo habrían necesitado de mucho más tiempo.

Pero esto no es mas que la apariencia de las cosas. Detrás de lo que acabo de contar se encuentran acontecimientos de otro nivel. Este otro nivel o aspecto es el siguiente: Este abogado, que yo conocía bien, había sido en una época anterior al proceso, dominado por lo que podríamos llamar el demonio del juego. El utilizó los fondos que le eran entregados en depósito para jugar a la bolsa. Era una verdadera pasión, y poco antes de este proceso había perdido especulando importantes sumas que le habían sido confiadas. El procesado le había prometido que si ganaba el proceso le daría una cantidad que le permitiría poco a poco compensar esta pérdida.

El no se desvaneció únicamente por una ambición defraudada cuando oyó regresar al jurado al cabo de un cuarto de hora con un veredicto de culpabilidad, sino porque su existencia estaba efectivamente aniquilada; él ya no podría reponer los depósitos que había perdido especulando. Toda su carrera estaba arruinada a la salida del proceso. El desvanecimiento en que cayó es el signo simbólico del hecho de que en esta encarnación estaba aniquilado sin remedio. Tuvo que huir a América donde llevó una existencia poco envidiable el resto de su encarnación.

Casos como éste nos permiten discernir que, con mucha frecuencia, se juzgan en la vida las cosas con error, pues puede ocurrir que muchas gentes no aprendan jamás lo que ocurre en la parte oculta del proceso. Las personas asistentes que habían oído la dialéctica tan bien preparada del abogado, muy bien pudieron decirse: Hay personas tan ambiciosas que un discurso ineficaz les hace perder la consciencia.

Para juzgar correctamente es preciso conocer los hechos a otro nivel, y para muchas cosas es necesario tener conocimiento de muchos otros niveles. Se puede tener razón en lo que concierne a uno de los niveles del que se tiene una visión de conjunto y emitir, sin embargo, un juicio inexacto.

Pero la cosa tiene todavía otro trasfondo. Fue preciso que este hombre encontrase una vía para pasar de esta encarnación a la siguiente. Aquí tenemos un ejemplo de la sabiduría que dirige el mundo y que confiere a un alma las fuerzas necesarias para ser guiada de una encarnación a otra. Este hombre se hallaba en un conflicto existencial que había consumido en él toda posibilidad de vivir, que había provocado una situación espantosa en la cual ya no disponía de fuerzas que pudieran conducirle hacia su próxima encarnación. Ninguna fuerza de esta naturaleza podía penetrar en su conciencia; fue preciso por tanto que fuese aniquilado en un breve instante. En el momento en que la consciencia humana se extingue en el alma por un breve momento, una espiritualidad exterior muy distinta puede tomar lugar en ella. De esta forma penetraron el él las fuerzas precisas para hacer nacer el impulso que le guiaría hacia su próxima encarnación. Naturalmente, este impulso se puede dar de forma muy variada. Lo que he descrito es un caso particular.

Por otro lado, estos impulsos están siempre presentes. Al contar esta historia quise mostrar simplemente que la vida consciente del hombre está unida a un desarrollo en el inconsciente, y que estos momentos se producen cuando la consciencia está aniquilada a fin de que algo suba del inconsciente. Estos instantes de pérdida consciencia no es necesario que sean muy largos, pueden ser breves estados análogos a un desvanecimiento. Sin embargo, en tales momentos, inmensas fuerzas espirituales vitales pueden irradiar hacia la naturaleza humana, buenas y malas, aptas para engendrar una determinada actividad.

Este último ejemplo, y lo que de él he querido extraer, lo he expuesto para mostrar cómo cuando la humanidad estudia el mundo, debe esforzarse en considerar las relaciones que, para una concepción materialista, no tienen ningún sentido.

Progresivamente se llegarán a discernir las relaciones en la vida de tal manera que se percibirán los momentos en que lo espiritual se acerca a todo ser humano. En el futuro ya no se representará el mundo de una forma tan simple explicándolo por causas materiales; se le representará colocando lo material en el lugar que debe ocupar, reconociendo que hay algo más que el solo hecho material, y que a través de este hecho material transparenta lo espiritual.

En los colores y en los sonidos hemos visto las ventanas por las que, por el espíritu, podemos elevarnos hacia el mundo espiritual; la vida nos ofrece a su alrededor ventanas por las que el mundo espiritual penetra en nuestro mundo físico. El desvanecimiento del abogado era una de esas ventanas. Si interpretamos correctamente este hecho, deberemos decirnos: por esta ventana, la vida espiritual nos llegará a raudales. Las fuerzas espirituales que así penetran en nosotros no podemos comprenderlas explicándolas solo a través de lo sensible. En los sonidos se abren ventanas por las que nosotros podemos abandonar el mundo físico para elevarnos hacia el mundo espiritual. Existen otras ventanas por las que lo espiritual desciende hasta nosotros cuando estamos en el mundo físico.

Si no discernimos como lo espiritual desciende hasta nosotros somos como un ser humano que sin saber leer abre un hermoso libro. Ante sus ojos está lo mismo que también ve quien sabe leer, pero el que no sabe no ve sobre el papel mas que unos garabatos que no puede interpretar; todo lo más los puede describir. Sólo el que sabe leer es capaz de seguir en este libro el caminar de un destino, o una sabiduría, que han sido insertados en estos extraños signos. Quien no sabe leer los fenómenos del mundo es como un analfabeto del Cosmos frente a lo que en él pasa. Aquel que sabe leer descifra el curso del mundo espiritual a través de las cosas. Lo que caracteriza la época materialista actual es que los humanos, frente al Cosmos, han llegado a ser analfabetos bajo la influencia de este materialismo, casi analfabetos al cien por cien. En los tiempos en que se está orgulloso de haber reducido el porcentaje de analfabetos en los países civilizados, se camina alegremente hacia un analfabetismo cósmico.

La tarea de la ciencia espiritual es eliminar este analfabetismo cósmico. Pocas personas hoy en día son analfabetas en el sentido ordinario. En la época de la antigua clarividencia, los seres humanos eran mucho menos analfabetos en el espíritu. Pero esto no debe hacernos engreídos. Es un hecho que cuando adquirimos una idea de nuestra tarea en la corriente científico-espiritual, debemos pasar de ser analfabetos a ser personas que puedan leer el cosmos. Sin embargo, debemos ser humildes, porque los tiempos son tales que aún necesitamos mucho el nivel de educación primaria. Apenas podemos leer, pero solo deletreemos las letras. Sin embargo, podemos sentirnos abrumados por el impulso de cambiar, un impulso que está penetrando en la humanidad a través de estas cosas. Y si nos aferramos a ellos, tendremos la actitud correcta ante lo que las señales de los tiempos nos demandan, y entraremos en ellas como personas que pertenecen correctamente a la corriente conceptual del mundo científico-científico.

 Traducido por: Mercedes Arnaldes

 

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2 comentarios el “GA275c5. La experiencia moral del mundo del color y del sonido prepara para la creación artística

  1. […]  GA275c5. La experiencia moral del mundo del color y de sonido prepara para la creación artística […]

  2. Laura Vichi dice:

    Gracias!!!

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