GA228c4. La iniciación solar del sacerdote druida y su ciencia lunar.

del ciclo: «El hombre en el pasado, presente y futuro; La Evolución de la Conciencia».

Rudolf Steiner – Dornach, 10 de Septiembre de 1923

English version

Desde los puntos de vista más variados  —y el punto de vista de «La Ciencia Oculta» es sólo uno de ellos— he indicado cómo en una cierta condición muy temprana de nuestro planeta, el Sol, la Luna y la Tierra (de hecho los otros planetas también, pero esto no nos concierne hoy)  eran una totalidad, y de esa totalidad, Sol-Luna-Tierra primero se hablo de la salida del Sol; después, en una época mucho más tardía, ocurrió la salida de la Luna.

Todas estas cuestiones tienen, por supuesto, su aspecto externo, derivado de la concepción de los sentidos. Pero también tienen un aspecto interior, y es que existen Seres que están ligados con la existencia del Sol, otros con la existencia de la Luna, seres que también por su parte se liberaron de la totalidad con la separación del Sol y entraron en un tipo de existencia cósmica completamente diferente. De modo que, en cuanto a la evolución de la Tierra, no podemos hablar simplemente de un Sol desprendido, ejerciendo sus influencias físicas y etéricas en la Tierra, sino que, cuando se trata de tomar en cuenta el elemento espiritual del Cosmos, debemos hablar de una población solar, de Seres del Sol que una vez estuvieron unidos a la Tierra, y ahora llevan una existencia al margen de la evolución de la Tierra, una existencia que se extiende mucho más allá de esta existencia terrestre y que es mucho más sublime.

Es exactamente igual en el caso de lo que se puede llamar la población lunar. Y cuando estuvimos describiendo el lado espiritual de tales procesos cósmicos, fue necesario señalar el hecho de que dentro de la propia evolución de la Tierra existió una sabiduría primordial. Pero esta sabiduría primordial no consistía, por supuesto, en conceptos que, por decirlo así, flotaban en el aire; procedía de Seres que no asumieron un cuerpo físico en el sentido humano, pero que, como resultado de la fuerza clarividente instintiva que poseía el hombre en ese momento, vivia sin embargo en él; esta sabiduría procedía de los Seres que continuaron su existencia en la Luna, después de que esta se separara de la Tierra como un cuerpo cósmico exterior. Por lo tanto, debemos decir que dentro del ser de la Luna, no de la luz que la Luna irradia como luz reflejada del sol, y no en todo lo que la Luna irradia del Cosmos, sino en el ser interior de esta existencia Lunar viven seres que una vez fueron los fundadores de la sabiduría primordial entre los hombres de la Tierra. Estos son los Seres que pasaron a las figuras de los mitos y las sagas en forma de imágenes, que no asumieron formas perceptibles a la conciencia ordinaria; son Seres primordiales que fundaron la sabiduría primordial entre los hombres de la Tierra. Son Seres a los que miramos con reverencia y asombro, aunque sólo los descubrimos en el exterior como los verdaderos fundamentos de los mitos, las sagas —Seres primordiales a los cuales las fuerzas intelectuales de la humanidad actual solo pueden alcanzar con un gran esfuerzo a través del desarrollo de la imaginación, la inspiración, y así sucesivamente.

Pero en todo caso permaneció, dentro de la misma humanidad, algo como una especie de memoria inconsciente. Y en las diferentes épocas evolutivas de la civilización humana, y me refiero, por supuesto, a las épocas más antiguas de la civilización, estos recuerdos inconscientes aparecieron en la vida del hombre y en toda su constitución anímica; podemos hablar de una civilización Solar y  de una civilización Lunar. Estos son, por así decirlo, recuerdos de la conciencia de algo que en épocas anteriores trabajaba en un sentido de largo alcance como fuerzas de la Naturaleza en el hombre; Y lo que el hombre percibía de ellas es sólo un apéndice, una reminiscencia de las fuerzas de crecimiento, de las fuerzas de organización interna.

Sobre la base de tales concepciones podemos penetrar hasta cierto punto en la cultura druida. Con los medios accesibles hoy a la ciencia externa, el hombre se preguntará en vano cuál era la verdadera constitución del alma de estos sacerdotes druidas. (Puedo llamarlos también sabios druidas, pues ambas expresiones están totalmente adaptadas a esa época, aunque, por supuesto, no existían entonces). ¿Qué fue lo que vivió en los impulsos por medio de los cuales estos sacerdotes druidas guiaron a su pueblo?. Lo que a menudo se narra en la historia, y a menudo suena terrible, siempre significa algo que estuvo activo en el tiempo de la degeneración y la decadencia. Lo que voy a describir invariablemente se refiere a lo que precedió a esta época de degeneración, y estuvo actuando cuando la civilización estaba en su apogeo. Pues estos cromlechs, estos círculos Solares, en lo que realmente representan, llaman la atención sobre lo que existía en la época cuando los misterios druidas estaban en su mejor momento. Y con los medios que nos ha dado la Ciencia Espiritual antroposófica, podemos incluso penetrar en la manera y modo de vida de estos sacerdotes druidas. Se puede decir que ellos eran todo para su gente, o mejor, para su tribu. Eran las autoridades para los requisitos religiosos, en la medida en que se puede hablar de requisitos religiosos en ese tiempo. Eran las autoridades para los impulsos sociales, y también, por ejemplo, para los métodos curativos. Se contenía en un todo lo que más tarde se distribuyó sobre las diferentes ramas de la civilización humana.

Obtenemos una perspectiva correcta de esta cultura druida —y es muy correcto usar esta expresión— sólo cuando nos percatamos de que su esencia se encuentra en una época anterior a la que se hace eco en las concepciones mitológicas del Norte que están conectadas con el nombre de Wotan u Odín. Lo que está asociado con el nombre de Wotan se encuentra en realidad en el tiempo posterior a esa época en que la cultura druida estaba en su apogeo. En la órbita de la sabiduría que apunta al nombre divino de Wotan u Odín debemos reconocer algo que viene de Oriente, procediendo en primer lugar de los Misterios de las proximidades del Mar Negro. El contenido espiritual de estos Misterios fluía desde el Este hacia el Oeste,  en ciertos Misterios «colonizadores», que emanaban del Mar Negro y avanzaban hacia el oeste, fundándose de la manera más variada.

Todo esto, sin embargo, fluyó de una cultura que debe llamarse sublime en el sentido más profundo, de una sabiduría primordial, la sabiduría druida. Esta sabiduría druida era realmente un eco inconsciente, una especie de memoria inconsciente de los elementos del Sol y de la Luna existentes en la Tierra antes de que el Sol y la Luna se separaran de ella. La iniciación en los Misterios Druidas fue esencialmente una Iniciación Solar, ligada con lo que entonces fue capaz de convertirse en sabiduría Lunar a través de la Iniciación Solar. ¿Cuál era el propósito de estos cromlechs, estos círculos druidas?. Estaban allí esencialmente con el propósito de hacer una observación espiritual de la relación de la Tierra con el Sol.

Cuando observamos los dólmenes individuales, encontramos que son realmente instrumentos por los cuales los efectos físicos externos del Sol fueran eclipsados para que el Iniciado dotado de visión pudiera observar los efectos del Sol en el espacio oscuro, las cualidades interiores del elemento solar, cómo éstas penetran en la Tierra y cómo se irradian de nuevo desde la Tierra al espacio cósmico, esto fue lo que el sacerdote druida pudo observar en los cromlechs únicos.

Se evitaba la naturaleza física de la luz del Sol, creándose un espacio oscuro a través de las piedras, que fueron colocadas en el suelo con una piedra a modo de techo sobre ellas y en este espacio oscuro era posible con el poder de ver a través de las piedras, observar la naturaleza espiritual y al Ser de la luz del Sol.

Así, el sacerdote druida que estaba de pie ante su altar investigaba las cualidades internas del elemento del Sol hasta donde necesitaba la sabiduría que entonces fluía en él —de tal manera que la sabiduría todavía tenía el carácter de una fuerza de la Naturaleza— con el propósito de dirigir y guiar a su pueblo.

Pero debemos tener siempre en cuenta que aquí estamos hablando de una época en que los hombres no podían mirar el calendario para ver cuándo era correcto sembrar, cuando este o aquel grano de semilla debía ser confiado al suelo. En esos tiempos los hombres no miraban un libro para obtener información sobre la época del año. La única reserva en existencia era el Cosmos en sí. Y las letras que se formaron en palabras surgieron de las observaciones sobre cómo el Sol trabajaba en uno u otro artificio que se había erigido, hoy, cuando quieres saber algo, lees. El sacerdote druida miraba la acción del Sol en su cromlech, y allí leía los misterios del Cosmos. Él leía allí cuando el maíz, el centeno y así sucesivamente debían ser sembrados. Estos son sólo ejemplos. Los impulsos de todo lo que se hacía fueron leídos del Cosmos. Los mayores impulsos, que se necesitaban, se puede decir, para completar el calendario anual, se obtuvieron de la observación en la sombra del círculo druida. De modo que en esta época, cuando no había nada derivado del intelecto humano, solo el Cosmos estaba allí. Y en lugar del impresor, el hombre tenía el cromlech para desentrañar del Cosmos los misterios que contenía.

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Al leer el libro cósmico de esta manera, los hombres estaban por lo tanto preocupados por el elemento del Sol. Y en contradicción con el elemento del Sol, percibieron el elemento de la Luna. Las fuerzas que entonces se concentraron en la Luna estuvieron una vez unidas con la Tierra. Estas fuerzas, sin embargo, no se retiraron por completo; Dejaron algo en la Tierra. Si hubiese habido solamente las fuerzas solares, sólo hubieran surgido células en constante crecimiento, siempre con el carácter de células pequeñas o grandes. La diversidad, la formación, no emana de las fuerzas del Sol, sino de las fuerzas de la Luna que trabajan junto con las fuerzas del Sol.

Cuando se entregaba a sus círculos, a lo que sus cromlechs le podían revelar, el sacerdote druida no recibía la mera impresión abstracta que hoy recibimos, con la razón, cuando en nuestro camino —esto es, de una manera intelectual— entramos en las cosas del espíritu. Porque las fuerzas del Sol le hablaban directamente. En la sombra del Sol, la naturaleza espiritual del Sol trabajaba en él directamente y funcionaba mucho más intensamente que una impresión de los sentidos sobre nosotros ahora, porque estaba relacionándose con fuerzas mucho más profundas. Mientras el sacerdote estaba de pie ante su lugar de ritual, observando esta naturaleza del Sol, su respiración cambiaba incluso cuando observaba. Se convirtió en un enamorado, embotado en oleajes de modo que su aliento se fundia en el otro. Él, con todo lo que era como ser humano a través de su aliento, vivió en lo que fue dado como resultado de la influencia del Sol. Y el resultado no era un conocimiento abstracto, sino algo que pulsaba en él como la circulación de la sangre, actuando interiormente a través de él, encendiendo su ser humano incluso en lo físico. Sin embargo, este trabajo en lo físico era al mismo tiempo espiritual, y los estímulos internos que él experimentó eran realmente de su conocimiento.

Debemos concebir este conocimiento de una manera mucho más viva, como mucho más intensa —debemos concebirlo como experiencia viviente. Además, el sacerdote druida lo recibía solamente en ciertos momentos. Con una menor intensidad de vida podía encenderse en él todos los días al mediodía; Pero si los grandes secretos debían ser revelados, el sacerdote tenía que exponerse a estas influencias en el tiempo que ahora llamamos la temporada de San Juan. Entonces surgía lo que se podría llamar la gran oleada de conocimiento en contraste con las pequeñas olas diarias. Y mientras, a través de las influencias del Sol que él tomaba así en la Tierra de esta manera peculiar y artificial, experimentó lo que él sentía como su Iniciación —su Iniciación Solar— pudo comprender también las fuerzas que habían permanecido atrás como las Fuerzas Lunares en la Tierra cuando la Luna la abandono. Tal era la sabiduría de la Naturaleza que obtuvo bajo la influencia de la Iniciación del Sol. Lo que se revelaba en la superficie de las cosas no era importante para él, sino lo que brotaba de abajo como las fuerzas de la Luna en la Tierra, eso era lo importante. Y a través del principio de la Iniciación, cuyas reliquias, como hemos visto, se conservan hoy en estos extraños monumentos, se ponía en condiciones de adquirir conocimiento. Y el conocimiento que obtenía estaba relacionado con todo lo que trabaja en la Naturaleza, especialmente cuando en el cielo por la noche las estrellas brillaban sobre la Tierra, y la Luna viajaba a través de los cielos.

La Iniciación Solar dio al sacerdote druida el impulso espiritual y como resultado tuvo su ciencia de la Naturaleza. Nuestra ciencia de la Naturaleza es una ciencia terrenal. La suya era una ciencia lunar. Las fuerzas subyacentes de la Luna, que se proyectan en las plantas desde las profundidades de la Tierra, que trabajan en el viento y el clima, etc. Las sentía, no de forma abstracta, como nosotros hoy con la ciencia terrenal sentimos las fuerzas de la Naturaleza. Las sentían como vivencia

Y lo que le fue revelado vivamente, eran los seres elementales que viven en las plantas, en las piedras, en todas las cosas. Estos seres elementales, que tienen su lugar de residencia en árboles y plantas y así sucesivamente, fueron encerrados en ciertos límites. Pero no eran esos límites estrechos que se fijan al hombre hoy. Eran mucho más anchos. En su ciencia de la naturaleza, siendo una ciencia lunar, el sacerdote druida percibía cómo los seres elementales pueden crecer y expandirse hasta un tamaño gigantesco.

De esto resultó su conocimiento de los Jötuns, los seres gigantes. Cuando observaba la raíz de una planta debajo del suelo, donde vivían las fuerzas de la Luna, encontró al ser elemental en sus verdaderos límites. Pero estos seres siempre se esfuerzan por salir adelante y crecer gigantescamente hacia el exterior. Cuando este tipo de seres elementales que viven benéficamente en la naturaleza de la raíz, se expanden en gigantes, se convierten en los gigantes de hielo, cuyo símbolo físico exterior está en la helada que vive en todo lo que se extiende sobre la Tierra como la destructiva escarcha y otras fuerzas destructivas de la naturaleza helada.

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Éstas eran las raíces desatadas de las plantas que vivían dentro de la helada, mientras se precipitaban con sus fuerzas gigantescas sobre la Tierra, trabajando destructivamente; mientras que en la naturaleza de la raíz esas mismas fuerzas trabajaban abundante y beneficiosamente. Y lo que trabajaba en el crecimiento de las hojas, esto también podría crecer hasta el tamaño gigante. Entonces vivía como un ser elemental gigante en las neblinas tormentosas que se extendían sobre la Tierra, con todo lo que contenían en ciertas estaciones, el polen de las plantas, y así sucesivamente. Y lo que vive suavemente, modestamente, por así decirlo, en las flores de las plantas, cuando este ser elemental se desata tomando un tamaño gigante, se convierte en un fuego que todo lo destruye.

Así, en los procesos meteorológicos, los sacerdotes druidas contemplaban las fuerzas de la expansión en gigantes, las mismas fuerzas que vivían dentro de sus límites correctos en los reinos de la Naturaleza. Los lugares elegidos donde encontramos estos antiguos centros de ritual pagano muestran que lo que recibieron por un lado a través de los círculos del Sol y los cromlechs se desarrolló lo que hizo posible el conocimiento de la Tierra.

Lo desarrollaron para poder observar debidamente el misterioso trabajar y tejer del viento y el clima extendiéndose por la Tierra, el trabajo conjunto del agua y la naturaleza del aire, la escarcha que sale de la Tierra, disolviendo el rocío. Fue a través de la Iniciación del Sol y el conocimiento de los seres de la Luna de donde surgió esta antigua concepción que encontramos en los cimientos de la cultura europea.

Así, el sacerdote druida leyó y descifró los secretos cósmicos que sus instituciones de la Iniciación Solar le permitieron obtener del Cosmos. Así, estimulado por la Iniciación del Sol, obtuvo su conocimiento científico de la naturaleza lunar. Y todo esto estaba en estrecha relación con la vida social y religiosa. Todo lo que el sacerdote pudiera decir al pueblo surgió de los fundamentos espirituales de este elemento en el que vivía la gente. Lo vemos mejor en lo que los sacerdotes druidas poseían como ciencia de la curación. Vieron por un lado los seres elementales contenidos dentro de sus límites en los diversos yacimientos y productos del reino mineral y especialmente del reino vegetal. Entonces observaron lo que sucedía con las plantas cuando estaban expuestas a la helada, a las influencias que los gigantes de la tormenta y el viento llevaban a través de los espacios aéreos, o de nuevo, expuestos al hervor de los gigantes del fuego. Estudiaron lo que harían los gigantes de las heladas y la escarcha, los gigantes de la tormenta, los gigantes del fuego, si se soltaran y liberaran. Llegaron al punto de tomar las plantas mismas, e imitando dentro de ciertos límites, todo lo que se indicaba en la naturaleza exterior como la influencia de los gigantes sometieron a las plantas a unos ciertos procesos, al proceso de congelación, al proceso de combustión, al proceso de unión y solución.

Los sacerdotes druidas se dijeron a sí mismos: «Mirando hacia este mundo de la Naturaleza, vemos el trabajo destructivo de los gigantes de las heladas, de la tormenta y del fuego. Pero podemos sacar de estos gigantes, de los Jötuns, lo que torpemente y embarazosamente difunden por el mundo; podemos arrebatárselos; podemos canalizar dentro de ciertos límites estas fuerzas desatadas de la Luna».

Y esto hicieron. Estudiaron lo que sucede en la Tierra cuando se descongela, en la tormenta y el viento, en el calor feroz e hirviente del Sol. Todo esto lo aplicaron a la naturaleza del Sol que vive en las plantas y que ellos mismos recibieron en su Iniciación. Y al hacerlo, crearon sus remedios, su curación y otros similares, todos los cuales se basaban en el hecho de que los gigantes se reconciliaban con los Dioses. En aquellos tiempos cada uno de los remedios daba testimonio de la reconciliación de los rivales de los Dioses con los Dioses mismos.

Lo que el hombre recibió inmediatamente bajo las influencias del Sol y la Luna, tal como fue ofrecido por la propia Naturaleza, eran los productos alimenticios. La medicina, por otra parte, era algo que el hombre mismo creaba continuando más allá de la Naturaleza, aprovechando la fuerza de los gigantes para ponerla al servicio del Sol.

Debemos imaginar que la civilización druida se extendió por una gran parte de la Europa septentrional y central hace unos 3.000 o 3.500 años. Los hombres no tenían nada similar a la escritura. Sólo tenían esta escritura cósmica.

Luego, todo esto se extendió desde el Oriente, desde un Centro de Misterios en la región del Mar Negro, en lo que ahora está contenido como un enigma insoluble para la conciencia ordinaria en la Mitología Nórdica, asociada con el nombre de Wotan.

¿Pero quién es Wotan? El Misterio del que procedió esta cultura de Wotan fue el Misterio de Mercurio, un Misterio que añadió a los impulsos del Sol y de la Luna, el impulso de Mercurio. Podría decirse que esa antigua civilización estaba basada en un sol y una Luna, de radiante inocencia y simplicidad, intacta, por lo que podía comunicarse a la humanidad a través de los impulsos de Júpiter. Sólo en el Este, estos impulsos de Júpiter ya estaban presentes. Desde allí se extendieron, colonizando, hacia Occidente. Wotan-Mercurio llevó esta influencia hacia el oeste.

Aquí al mismo tiempo podemos arrojar luz sobre el hecho de que Wotan es descrito como el portador de las runas, el arte rúnico de la escritura. Él fue el portador de lo que el hombre sacó de sí mismo en la primera forma primitiva de la intelectualidad como el arte de descifrar el Universo. Esta es la primera entrada del intelectualismo, el impulso wotano. Así se podría decir que Mercurio, la naturaleza wotana, se añadió ahora a las naturalezas del Sol y de la Luna.

Dondequiera que este impulso de Wotan se desarrollara plenamente, todo lo que estaba presente de las experiencias anteriores fue influenciado por él. Todo recibió un cierto impulso de este elemento de Wotan.

Porque había una cosa, un secreto especial de la cultura druida. Sabemos que en todos los lugares surgen cosas que están fuera de lugar. Las malas hierbas crecen en la tierra cultivada. Podríamos decir que la cultura druida reconoció como las buenas hierbas de la civilización sólo a las cualidades del Sol y de la Luna, y si, precipitándose hacia un tiempo posterior, surgió entonces el elemento intelectual, lo trataron como una mala hierba. Entre los muchos remedios que los druidas tenían, había uno contra la cualidad de Mercurio del pensamiento profundo y la introspección. Por extraño que nos parezca hoy, tenían un remedio contra este hábito de hundirse en el ser interior, o, como diríamos, de reflexionar sobre la propia salvación. Los druidas querían que el hombre viviera con la naturaleza y no se hundiera en sí mismo, y consideraban morboso y enfermo a cualquiera que intentara expresar cualquier cosa en signos o cosas semejantes, a menos que imitaran las cosas de la Naturaleza en una forma primitiva de arte. Cualquiera que hiciera signos estaba enfermo y debía ser sanado. De hecho, era considerado como un ser humano negro, no era blanco. Sí, mis queridos amigos, si con todo nuestro conocimiento actual fuéramos trasladados a la cultura druida, todos deberíamos ser enviados a un hospital y curarnos.

Y ahora, desde el Este, la civilización Wotan trajo esta misma enfermedad. La civilización de Wotan se sintió realmente como una enfermedad. Pero también trajo, con un poder crecido realmente grande y gigantesco, lo que antes había aparecido como una anormalidad, una introspección malsana. En medio de lo que antes se había tomado sólo de la escritura cósmica, se trajo la Runa. De modo que el hombre ahora transfirió su elemento intelectual a los signos que hacía. Trajo todo lo que se sentía como la cultura de Mercurio. Por lo tanto, no era de extrañar que lo que procedía de la cultura wotana, destilada de las mejores fuerzas que se encontraban en ella, es decir, el Ser Baldur, el Ser-Sol, se sintiera y pensara como unido no con la vida, sino con la muerte. Baldur tuvo que ir a Hel, a las fuerzas oscuras de la Muerte, la morada de la Muerte.

Además, para empezar, los hombres ponderaron más, como podemos ver en las tradiciones de la Edda, no en la cuestión de cómo este Baldur, hijo de las fuerzas de Wotan, debería ser liberado de Hel, sino en la cuestión de cómo debe ser sanado. Y al fin dijeron: Tenemos muchos medios de curación, pero Baldur, la inteligencia que procede de las Runas de Wotan, para esto no hay remedio, y sólo puede conducir a la muerte.

Así vemos una vez más lo que les he señalado desde tantos puntos de vista en el estudio de la evolución humana. En tiempos antiguos el conocimiento instintivo de la humanidad no sabía nada de la importancia de la muerte, pues los hombres recordaban la vida preterrenal y sabían que la muerte no es más que una transformación. No sentían la muerte como una incisión más profunda que ésa. Sobre todo no había tal cosa como la tragedia de la muerte. Esto sólo entró cuando se acercó el Misterio del Gólgota, que se convirtió en una redención del miedo a la muerte. En la leyenda de Baldur se ve la descripción más visible de cómo, con la entrada del intelectualismo, llega ese estado de ánimo del alma que cuenta con la muerte y ven lo que entró en la evolución humana.

Así, lo que se había visto en la muerte de Baldur, que no podía resucitar, sólo se curó una vez más en el camino del alma y del espíritu, cuando la figura de Cristo que podía resucitar de la muerte fue puesta como contraimagen.

Es maravilloso cómo en el Norte, a través de la influencia de las fuerzas de Mercurio con las fuerzas del Sol y de la Luna, se preparó la percepción del impulso de Cristo. En Baldur, el Dios que cae en la muerte y no puede resucitar, vemos al precursor en el Norte de Cristo, que también cae víctima de la muerte, pero que puede resucitar porque viene directamente del Sol. Baldur, por otra parte, la fuerza del Sol que proviene de Wotan, es la fuerza del Sol reflejada por Mercurio, que emana de los signos que el hombre hace de su intelecto.

Así se nos hace evidente toda esta evolución en las regiones del Norte, donde el hombre todavía nos aparece viviendo y leyendo en el Cosmos, buscando desde el Cosmos sus concepciones religiosas, sociales y sanitarias, hasta que en una etapa posterior pasa a morar con las fuerzas terrestres. Desde su piedra de sacrificio el sacerdote druida miraba la configuración de la sombra del Sol y leía lo que aparecía en la sombra, representando los aspectos espirituales del Sol. Entonces nos acercamos al momento en que el Ser Solar, la naturaleza Solar que había sido atrapada, por así decirlo, en los cromlechs se dibuja en líneas abstractas, llamadas rayos. Nos acercamos al momento en que la relación de lo que vive en la raíz, la hoja y la flor con lo que vive en las heladas, el viento y el fuego se reconoce desde su sentido químico. Los gigantes y los seres elementales por igual se transforman en «fuerzas de la Naturaleza». Y sin embargo, en nuestras fuerzas de la Naturaleza no hay más contenido que los gigantes de la antigüedad. Sólo que desconocemos el hecho y nos sentimos inmensamente superiores. Es una línea recta de desarrollo desde los gigantes a las fuerzas de la Naturaleza. Éstos fueron sus últimos días. El hombre que vive hoy en una civilización altamente derivada, es decir, no original, no puede sino estar profundamente conmovido cuando mira estas escasas reliquias de la época druida. Es como si estuviera contemplando a los ancestros de lo que está viviendo en este tiempo presente.

Para ir más en detalle, nosotros también hablamos hoy de medicina y remedios de una manera extrañamente abstracta, muy intelectualmente, describiendo abstractamente su modo de preparación. Todo esto debemos imaginarlo transformado en algo completamente vivo si volvemos a mirar hacia atrás en la manera en que el sacerdote druida consideraba sus remedios. Porque sentía las fuerzas del Sol que conocía tan bien y lo que en las plantas y otros productos de la naturaleza trataba con las fuerzas de los gigantes. Todo esto estaba vivo para él. De los gigantes arrebató las fuerzas de preparación para transformar las plantas en medicamentos. Sabía que, al hacerlo, hacia algo para todo el Cosmos. Luego observaba al hombre mismo. A través de su conocimiento peculiar del hombre, las partes más íntimas del hombre natural, p.ej. en el sueño, reconocía los síntomas que surgían, por así decirlo, de las imaginaciones que surgían, del vago e inconsciente aflorar de la naturaleza humana más profunda hacia la conciencia bajo la influencia de estos remedios en los que las fuerzas de los gigantes eran sometidas y retenidas En el chequeo, él reconoció cómo estas cosas funcionaban en el ser humano al que fueron instiladas. Así, por un lado tenía su Loki en las salvajes influencias del fuego exterior, y por otro lado lo que le había quitado a Loki para transformar esta o aquella planta mediante un proceso de combustión en un medicamento. Por la manera en que esto funcionaba dentro del ser humano, veía la fuerza de Loki en el hombre. Porque aquí estaba desarmado. Y el Druida dijo: Lo que en el mundo de los gigantes está trabajando con peligro amenazante y destructor funciona de manera curativa cuando se introduce de la manera correcta en el hombre interior. Las fuerzas venenosas como si fueran a gran escala se convierten en fuerzas curativas cuando son llevadas al lugar correcto.

De esta manera el druida percibió las fuerzas y las diferentes funciones de la Naturaleza. Por lo tanto, estaba dentro del espíritu por el que podía enviar los impulsos religiosos, sociales, medicinales y otros a su comunidad. Así, en aquel tiempo, la antigua sabiduría primordial que los Seres Lunares, cultivaron en la Tierra, y que ahora ya no estaba aquí directamente, ya que ellos mismos se retiraron con la Luna; esta sabiduría primitiva fue preservada a través de Seres que fueron encontrados y conocidos por una especie de Iniciación Solar de la manera que hoy les he descrito.

Traducido por Gracia Muñoz en Julio de 2017

 

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