GA56c11. El hombre y la mujer a la luz de la Ciencia Espiritual

Del ciclo de 15 conferencias sobre «La Percepción del Alma y del Espíritu»

Rudolf Steiner – Múnich, 18 de Marzo de 1908

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La ciencia antroposófica no existe para que los seres humanos se alejen de la vida a través de algún tipo de misticismo. De ninguna manera debe desviar a las personas de sus tareas en la vida cotidiana o del presente. Por el contrario, la Ciencia Espiritual debe traer fuerza, energía y mente abierta a la humanidad para que la gente pueda satisfacer lo que la vida cotidiana y nuestros tiempos exigen. De aquí se desprende que la Ciencia Espiritual no debe ocuparse únicamente de los grandes enigmas de la existencia, de la naturaleza, de la existencia humana y del significado del mundo, sino que también debe buscar iluminar las cuestiones que nos afectan directamente. Por lo tanto, en estas conferencias trataremos todo lo que comúnmente se llaman preguntas de nuestro tiempo.

Pero quienquiera que hable de la Ciencia Espiritual sobre estos temas contemporáneos se encuentra en una posición especial, porque él plantea la expectativa de que entrará directamente en estos debates actuales. Y esta expectativa surge muy fácilmente con las preguntas del hombre y la mujer, o el hombre, la mujer y el niño. Sin embargo, precisamente porque el investigador espiritual debe considerar estas cuestiones desde un punto de vista más elevado, sus observaciones parecen alejarse de las perspectivas y las opiniones que surgen en las discusiones convencionales.

Aunque la Ciencia Espiritual debe mirar estas preguntas desde una perspectiva más alta, es precisamente la Ciencia Espiritual la que puede trabajar más prácticamente sobre estos temas. Pues mientras que es de la naturaleza de la observación científico espiritual que tales preguntas se levanten en su contexto eterno, al mismo tiempo, esta observación da visibles soluciones prácticas a problemas concretos (a diferencia de los programas de partidos, lemas y similares que resultan impracticables). Esto debe recordarse siempre al considerar la relación entre el hombre y la mujer desde un punto de vista más elevado.  Muchas de las cosas que se dirán sonarán bastante extrañas. Pero si penetran más profundamente en ellas descubrirán que la Ciencia Espiritual puede ofrecer una respuesta mucho más completa a las preguntas de la vida práctica que la que se puede encontrar en otros lugares.

La Ciencia Espiritual toma su punto de partida del conocimiento de que detrás de todo lo que es sensible se percibe una naturaleza anímico-espiritual. Sólo cuando volvemos nuestra mirada hacia lo espiritual que se esconde tras el mundo de los sentidos, las preguntas con las que nos interesamos aparecerán en su luz correcta. Y así debemos preguntarnos: ¿Cuál es la naturaleza espiritual de los dos sexos? Veremos entonces que las verdades reveladas por la Ciencia Espiritual ya son percibidas por muchos hoy, incluso por aquellos con una perspectiva materialista del mundo. Pero como estos indicios se basan sólo en una concepción materialista, a menudo aparecen como ilusorios.

¿Qué tiene que decir el materialismo acerca de la naturaleza de los sexos? Podemos orientarnos mejor hacia esta cuestión considerando que las mujeres están buscando desde hace algún tiempo acercarse al tiempo de la evolución humana en el que ambos sexos alcanzarán la igualdad total. En la medida en que las mujeres han participado en la lucha por sus derechos, es importante que aprendamos lo que el materialismo tiene que decir sobre la naturaleza femenina. Entonces encontraremos un punto de referencia sobre cómo el mundo moderno piensa sobre esta cuestión. Uno podría citar las ideas más variadas sobre la naturaleza femenina tal como aparecen en el libro Una encuesta del problema de la mujer (Zur Kritik der Weiblichkeit ) de Rosa Mayreder. De hecho, es muy bueno buscar las opiniones de las principales personalidades de la época en cuestiones de este tipo.

Un científico muy notable del siglo XIX describió la calidad básica de la mujer como humildad. Otro cuyo comentario es igualmente válido declaró que era de una disposición enojada. Otro científico que desencadenó mucha controversia llegó a la conclusión de que la naturaleza femenina es básicamente sumisa, mientras que otro sentía que consistía en el deseo de dominar. Uno describió a las mujeres como conservadoras, y otros sentían que las mujeres eran el verdadero elemento revolucionario en el mundo. Y otro dijo que la capacidad de analizar esta muy bien desarrollada en las mujeres, en oposición a otros que creían que las mujeres carecen totalmente de esta cualidad y sólo han desarrollado la capacidad de síntesis.

Esta colección pintoresca podría extenderse indefinidamente, aunque al final uno sólo aprendería que al mirar las cosas a un nivel puramente externo, las personas inteligentes son llevadas a conclusiones opuestas. Aquellos que desean entrar más profundamente en el tema deben preguntarse si tal vez estos observadores están partiendo de premisas falsas. Uno no puede mirar solamente externalidades, sino que debe considerar la totalidad del ser humano. Un descubrimiento de la verdad surgió en muchos investigadores a través de los hechos mismos. Sin embargo, esto fue sumergido por el pensamiento materialista. Por ejemplo, un joven, Otto Weininger, escribió un libro titulado Sex and Character.

Otto Weininger era un hombre con un gran potencial que, sin embargo, fue incapaz de desarrollar porque el peso del materialismo descansaba pesadamente en su alma. Él era de la opinión que el ser humano individual no puede ser visto como totalmente masculino o femenino, sino más bien que lo masculino se mezcla con lo femenino y viceversa. Esta idea embrionaria surgió en el alma de Weininger, pero fue estropeada por el materialismo prevaleciente. Así, Weininger imaginó que había una mezcla y una interacción material entre los principios masculino y femenino, de modo que en cada hombre se encuentra una mujer oculta y que en cada mujer existe un hombre escondido. Pero aparte de esto, llegaron a él algunas extrañas conclusiones. Weininger dijo, por ejemplo, que la mujer no posee yo, individualidad, carácter o personalidad, ni libertad, etc. y como su teoría sólo se refería a la mezcla puramente material y cuantitativa de propiedades masculinas y femeninas, se sigue que el hombre posee todas estas cosas. De esto, sin embargo, no le llego nada en él debido a sus otras cualidades masculinas. Así, si entramos en esto lógicamente descubrimos pronto una teoría que se destruye a sí misma. Y sin embargo, como vamos a ver, hay algo de verdad en ella.

He enfatizado una y otra vez que no es tan fácil entender al ser humano desde la Ciencia Espiritual como si fuera una ciencia de orientación materialista. Pero lo que percibimos como seres humanos sensibles a los sentidos,  es para la Ciencia Espiritual sólo una parte de su totalidad, es decir, el cuerpo físico.

 Más allá de eso, sin embargo, la Ciencia Espiritual distingue el cuerpo etérico que el ser humano tiene en común con los animales y las plantas. Como tercer miembro humano, se caracteriza al cuerpo astral o alma donde vivimos en los sentimientos y sensaciones y es portador de nuestras alegrías y tristezas. Este miembro lo tenemos en común con el mundo animal. Y como el cuarto miembro Ciencia Espiritual reconoce lo que hace a los seres humanos conscientes de sí mismos —el yo. La Ciencia Espiritual describe así al ser humano como poseedor de cuatro miembros.

Ahora nos ocuparemos de los cuerpos físico y etérico. Pues aquí está la solución al enigma de los sexos. El cuerpo etérico es una imagen del cuerpo físico sólo en cierta medida. Porque en cuanto al sexo las cosas son diferentes. En el hombre el cuerpo etérico es femenino y en la mujer es masculino. Por extraño que parezca, una observación más profunda revelará lo siguiente: algo del sexo opuesto está oculto en cada persona. No es bueno sin embargo buscar todo tipo de fenómenos anormales, más bien uno tiene que prestar atención a las experiencias normales. Al confrontar este hecho, ya no es posible en sentido estricto hablar de hombre y mujer, sino de cualidades masculinas y femeninas. Ciertas cualidades en la mujer trabajan más externamente mientras que otras están más interiorizadas. La mujer tiene cualidades masculinas dentro de sí misma y el hombre cualidades femeninas. Por ejemplo, un hombre se convierte en un guerrero a través del valor exterior de su naturaleza corporal, una mujer posee un coraje interior, el valor del sacrificio y la devoción. El hombre lleva su actividad creadora a la vida externa. La mujer trabaja con devota receptividad en el mundo. Innumerables fenómenos de la vida se harán claros para nosotros si pensamos en la naturaleza humana como el trabajo conjunto de dos polos opuestos. En el hombre el polo masculino trabaja hacia afuera y el femenino vive más hacia adentro, mientras que en la mujer ocurre lo contrario. El hombre lleva su actividad creadora a la vida externa.  La Ciencia Espiritual, sin embargo, también nos muestra una razón más profunda por la cual una cualidad masculina se encuentra en la mujer y una femenina en el hombre. La Ciencia Espiritual habla de cómo los seres humanos se esfuerzan en progresar hacia una perfección cada vez mayor, a través de muchas vidas. Nuestra vida actual es siempre el resultado de una anterior. Así, a medida que avanzamos a través de muchas vidas, experimentamos encarnaciones masculinas y femeninas. Lo que surge de esta manera puede ser expresado como el efecto de esas experiencias reunidas en ambos lados en la vida terrenal.

Quien es capaz de este modo de mirar más profundamente a las naturalezas masculina y femenina sabe que las experiencias más íntimas de los dos sexos son muy diferentes y deben ser muy diferentes. Toda nuestra existencia terrestre es una colección de las más variadas experiencias. Sin embargo, estas experiencias sólo pueden llegar a ser comprensivas a través de su adquisición desde el punto de vista de ambos sexos. Por lo tanto, podemos ver que incluso si sólo consideramos al ser humano con respecto a los dos miembros inferiores, vemos en realidad un ser con dos lados. Mientras uno se limita a mirar el cuerpo físico poco se puede entender. Lo espiritual que está detrás también debe ser reconocido. A través de su naturaleza masculina aparece la feminidad interior del hombre, y a través de la naturaleza femenina de la mujer aparece su masculinidad interior. Ahora uno puede comprender por qué es que se han cometido tantos errores sobre esta cuestión; depende de si uno mira el interior, o los aspectos externos. Al considerar sólo un lado del ser humano, uno está enteramente sometido al azar. Si, por ejemplo, un investigador encuentra que la principal cualidad de la mujer es la humildad y otro que tiene una disposición enojada, significa simplemente que ambos han observado sólo un lado del mismo ser. El error debe ocurrir con este tipo de enfoque. Para reconocer la verdad plena debemos mirar al ser humano completo.

 Algo más debe tenerse en cuenta también para obtener el conocimiento de toda la verdad. Debemos observar al ser humano alternando los estados de sueño y vigilia. Durante el sueño, el cuerpo astral y el yo salen fuera del organismo físico-etérico del ser humano. Al quedarse dormido uno pierde la conciencia de vigilia; Uno entra en un estado de conciencia diferente -una conciencia de sueño. Las percepciones y experiencias que vividas por el yo y el cuerpo astral durante el sueño en el mundo espiritual permanecen ocultas a nuestra conciencia habitual. En el estado evolutivo actual, el ser humano está organizado de tal manera que el yo y el cuerpo astral deben hacer uso de los órganos sensoriales físicos para tomar conciencia del mundo físico. Que vemos, oímos, probamos, y así sucesivamente con nuestros órganos físicos de los sentidos es una idea ampliamente extendida hoy en día. Un pensador como Fichte sin embargo, diría: El oído no oye —yo escucho. El yo, verdadero ser interior del ser humano, es por lo tanto el punto de partida de todas nuestras percepciones de los sentidos. Y cada mañana, cuando despertamos, el yo y el cuerpo astral experimentan nuevos conocimientos del mundo físico a través de los órganos de los sentidos. Es diferente durante el sueño, porque el yo y el cuerpo astral pasan su tiempo en el mundo espiritual. El ser humano tiene órganos sensoriales en el cuerpo astral que le permiten la percepción en el mundo astral, pero éstos normalmente no han sido desarrollados. Aquellos que no pueden aceptar esto como una posibilidad deben ser más consecuentes y decir que en realidad los seres humanos mueren cada noche. Pues los seres humanos se encuentran en el mundo espiritual por la noche.

Más allá de esto, los mundos espiritual y físico tienen una relación única entre ellos, pues todo lo físico es sólo una forma muy densificada de lo espiritual. De la misma manera que el hielo es agua densificada, también lo son los cuerpos físico y etérico, una densificación del cuerpo astral. Al materialismo actual le resultará muy difícil admitir que el espíritu crea toda la materia. Es, sin embargo, la tragedia del materialismo que entienda menos la naturaleza de la materia. Se llega a conclusiones muy extrañas si se niega que la materia sea una forma condensada de lo espiritual. Naturalmente, si uno se queda con los conceptos populares, la mayoría de la gente no reconocerá inmediatamente nada menos que la razón pura en una oración como la siguiente: El cuerpo es el fundamento de nuestra verdadera naturaleza del alma; Todas las llamadas cosas espirituales pueden ser guiadas a través de lo que es corporal. Se hace mucho más claro, sin embargo, si uno lo lleva a su conclusión lógica, como se hace por ejemplo en ese pragmatismo que viene de América. Una sola oración mostrará fácilmente cómo esta teoría es una pura tontería para la mente humana. Así declara que el hombre no llora porque está triste, sino que está triste porque llora. Que un estado de ánimo pudiera tener un efecto sobre lo físico no se considera posible, en su lugar uno cree que algún evento exterior hace que las lágrimas que salen hacen que la persona este triste. Esta es la consecuencia del materialismo llevado a su lógica absurda.

La Ciencia Espiritual sabe que los dos miembros superiores del ser humano, el yo y el cuerpo astral salen durante la noche, mientras que los cuerpos físico y etérico permanecen detrás. De este modo se sigue que durante el sueño el ser humano deja atrás aspectos masculinos y femeninos y vive como un ser sexualmente indiferenciado en el mundo espiritual. La vida de cada uno se divide así entre una experiencia sexual y otra asexual.

¿Los sexos entonces no tienen ningún significado en el mundo espiritual? ¿La polaridad del cuerpo físico y etérico que hace que los dos sexos se manifiesten aquí en la Tierra, no encuentran eco en los mundos superiores? Ciertamente no llevamos nuestra naturaleza sexual con nosotros a los mundos superiores; Sin embargo, el origen de los dos sexos se encuentra en la esfera astral. De la misma manera que el hielo se forma a partir del agua, lo que nos encontramos en el mundo físico como masculino y femenino se forma a partir de la polaridad de los principios superiores.

Podemos abordar esto mejor si lo consideramos como la polaridad de la vida y la forma. Esta polaridad también se expresa en la naturaleza. Podemos ver la vida en ciernes en el árbol y al mismo tiempo aquello que construye las formas duras, ralentiza el crecimiento y lo transforma en el tronco sólido. La vida y la forma deben trabajar juntas en todo lo que vive. Y si consideramos la naturaleza de los sexos desde este punto de vista podemos decir: Lo que corresponde al principio de vida es lo masculino, mientras que lo que da vida a una cierta forma se expresa en lo femenino. Lo que un artista crea como forma en el mármol, por ejemplo, no se encuentra en la naturaleza exterior. Sólo el ser interior del artista, que está arraigado en el mundo espiritual y encuentra allí su alimento, puede ser artísticamente creativo. De hecho, la realidad es que las fuerzas y los seres del mundo espiritual están continuamente fluyendo hacia el cuerpo astral y el yo del ser humano. Y lo que el artista crea como huella en la materia es un recuerdo de algo con lo que ha sido estimulado en el mundo espiritual. Si el ser humano no pudiera regresar a su patria espiritual durante el sueño, no sería posible llevar a la existencia física las semillas necesarias para iniciar grandes y nobles actos. Por lo tanto nada podría ser peor para el ser humano que la pérdida prolongada de sueño.

Lo que el artista ha extraído del mundo espiritual y ha construido inconscientemente en su obra aparece entonces como vida y forma. Uno podría preguntarse por qué es que el «Juno Ludovisi» nos parece tan maravilloso. Esta la cara grande, la frente ancha, la nariz inusual. Si tratamos de sentir nuestro camino hacia esta imagen, llegaríamos a experimentar lo imposible que es pensar lejos de lo espiritual; Alma y espíritu se encuentran en la misma forma en este rostro. Esta forma podría permanecer así para siempre. La vida interior se ha vuelto enteramente forma, está fijada en la forma; Alma y espíritu se han convertido en forma. Pues entonces miramos hacia la cabeza de Zeus. El alma y el espíritu están presentes también en esta frente algo estrecha, pero uno tiene la sensación de que esta forma podría cambiar en cualquier momento.

Juno Ludovisi

 Pues así como el artista es capaz de moldear la vida y la forma en sus grandes obras, también todo nuestro ser es en realidad vida y forma. Esto demuestra en sí mismo que la naturaleza humana es de origen espiritual y es creada a partir de la vida, a partir del proceso continuo de la vida y de aquello que le da permanencia. El ser humano experimenta la vida y la muerte como la expresión de esta mayor polaridad de existencia. Es en este sentido que Goethe podría decir: «La muerte es el medio por el cual la naturaleza puede crear más vida». Así, la vida encuentra una forma no para la vida unilateral, ni para la muerte unilateral, sino para un conjunto armónico superior que puede ser creado a través de la vida y la muerte juntos. Sobre esta base espiritual y física pueden trabajar juntos a través del medio masculino y femenino; La vida eternamente en desarrollo en lo masculino, y la vida mantenida en la forma en el principio femenino.

Al investigar la naturaleza de los sexos no hemos comenzado con una observación unilateral de la existencia física, sino que hemos buscado una respuesta en el nivel espiritual de la existencia. La armonía por encima de los sexos sólo se puede encontrar en la medida en que los dos sexos se elevan a ese nivel. Si, por tanto, haciendo uso de los conocimientos que se obtienen de la Ciencia Espiritual, pudiéramos permitir que la realidad más allá de los sexos surtan efecto en la vida práctica, el problema de los sexos estaría resuelto. Esto nos lleva lejos de la vida sin embargo. Pues lo que nos encontramos en los dos fenómenos de la naturaleza humana puede ser mejor aclarado esforzándose conscientemente por esta armonía superior. De este modo se profundizará la cuestión de los sexos y se armonizarán las polaridades. Todo en la naturaleza de los sexos alcanza una forma y un significado muy diferentes. No podemos resolver esta cuestión a través del dogma, sino que debemos buscar un terreno común, y encontrar percepciones y sentimientos que nos lleven más allá de los sexos.

Estas observaciones han demostrado, como se encuentra una y otra vez, que debemos distinguir entre la realidad de los sentidos y la naturaleza misma del ser. Si queremos resolver los enigmas de la vida, debemos observar la totalidad del ser humano desde el mundo de los sentidos y desde el mundo del espíritu. Se puede ver que más allá de la polaridad perceptible por los sentidos, el hombre y la mujer son sólo capas, envolturas que ocultan la verdadera naturaleza del ser humano. Debemos buscar detrás de las vestiduras, porque allí está el espíritu. No debemos limitarnos a considerar el lado exterior del espíritu, debemos entrar en el espíritu mismo.

También podríamos expresarlo de esta manera: El amor saturado de sabiduría o la sabiduría penetrada por el amor es el objetivo más elevado. «El eterno femenino nos atrae hacia adelante» [Las líneas finales del Fausto de Goethe]. Lo femenino es ese elemento en el mundo que se esfuerza hacia afuera para ser fructificado por los elementos eternos de la vida.

Traducido por Gracia Muñoz en Agosto de 2017.

 

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3 comentarios el “GA56c11. El hombre y la mujer a la luz de la Ciencia Espiritual

  1. Zai dice:

    Muchas gracias…!
    Me fascina leer, aprender…
    _Me siento a mi misma, (polaridad), a veces tan femenina a veces tan masculino…!_
    Mi gratitud…!

  2. gonzalo ramirez de la o dice:

    Muy esclarecedor

  3. […] GA56c11. El hombre y la mujer a la luz de la Ciencia Espiritual […]

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