GA170c1. Memoria y hábito.

Del ciclo: El enigma de la humanidad

Rudolf Steiner — Dornach, 26 de agosto de 1916

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Las tres conferencias de hoy, mañana y pasado mañana estarán interconectadas. Hoy quiero ver algunas cosas que sentarán las bases para ciertas perspectivas sobre la relación del hombre con el cosmos y con toda la vida.

Cuando estudiamos el alma humana en su desarrollo en el cuerpo físico entre el nacimiento y la muerte, nos llama la atención el hecho de que para tener una existencia terrenal plena y completa, el alma deba tener dos atributos o facultades propias.

Por un lado: la memoria. ¡Solo imaginen cómo sería si el recuerdo no fuera una de nuestras facultades en la existencia terrenal! Y piensen cuán diferente sería nuestra vida anímica si no pudiéramos mirar atrás en el curso del día pasado ni recordar desde profundidades insondables lo que hemos experimentado desde cierto momento después de nuestro nacimiento. La cohesión de la experiencia es necesaria para que haya una verdadera conciencia del yo. He llamado la atención sobre este hecho en muchas ocasiones. Todos ustedes saben que la memoria comienza a funcionar en un cierto punto del tiempo durante nuestra vida terrenal y que las experiencias que ocurren antes de este punto del tiempo se hunden en el olvido. Por lo tanto, podemos decir que desde un cierto punto de tiempo en nuestra vida física terrenal, nuestra vida anímica entra en relación con nuestra vida corporal y esto nos permite, en el presente, recordar las experiencias por las que hemos pasado.

Una de las tareas de la vida terrenal es desplegar la facultad de la memoria. Durante nuestra larga evolución como seres de la encarnación de la Tierra desde la Antigua Luna, no poseíamos la memoria en la forma en que la conocemos hoy. La memoria solo ha podido desarrollarse desde que el organismo terrestre con sus fuerzas minerales se ha incorporado a nuestro ser. La memoria es esencialmente el resultado de la interacción entre el alma humana y el cuerpo físico. En el mundo espiritual, la memoria, tal como se desarrolla en la vida física, solo ha sido necesaria desde el comienzo del período terrestre. Hasta la época de la Tierra no era necesaria, por la razón de que en el poder de la clarividencia soñadora que tenía el hombre durante el período de la Antigua Luna, poseía una facultad diferente, una facultad que podía tomar el lugar de nuestra memoria actual. Supongamos que cada vez que experimentas algo, la experiencia se inscribe en algún lugar que queda a tu alcance, y así sucede con cada experiencia posterior. Bajo tales condiciones, simplemente tendrías que mirar el lugar donde se inscribió la experiencia. Serías capaz de mirar hacia afuera, porque las experiencias se preservarían en el mundo exterior. Así fue de hecho en el tiempo de la Antigua Luna. Todo lo que se experimentó en esa antigua conciencia soñadora y clarividente estaba, por así decirlo, grabado en una delicada sustancia etérea. Todo lo que la humanidad de la Luna experimentó a través de esta conciencia soñadora y clarividente fue escrita en la sustancia cósmica; y la actividad del alma humana que podría compararse con la actual memoria era que la mirada soñadora clarividente estaba dirigida al «grabado» en la delicada sustancia etérica. El hombre de la Luna veía sus propias experiencias en las huellas que dejaron, al igual que ahora vemos los objetos del mundo exterior. Solo necesitaba mirar alrededor de lo que había experimentado en su vida imaginaria de ensueño y lo encontraba inscrito en la sustancia cósmica. Este era un modo bastante diferente de ‘convivir’ con el mundo que desde el actual. Supongamos que todo lo que ahora se convierte en un pensamiento en sus mentes destelleara detrás como la cola de un cometa para que puedas volver a pensarlo. Si esto fuera así, habrías transferido a tu vida presente las condiciones de pensamiento que realmente obtuviste durante el período de la antigua conciencia onírica. Esta condición necesariamente tenía que llegar a su fin porque el hombre tenía que convertirse en individuo, en una individualidad. Pero esto solo es posible cuando las experiencias a través de las cuales pasa el alma siguen siendo su propia posesión interior, no se inscriben inmediatamente en la sustancia cósmica, sino solo en su propia y delicada sustancia etérica. Mientras el hombre vive en la Tierra, su cuerpo etérico vive y se mueve dentro de él en sus horas de conciencia despierta. Para este movimiento, la forma del cuerpo físico establece el límite. No puede pasar más allá del límite establecido por la piel. Y así a lo largo de toda la vida entre el nacimiento y la muerte, la fina sustancia del éter —dentro del cual circulan pensamientos, ideas, experiencias de sentimientos y de voluntad— permanece enrollado como está dentro de los confines del cuerpo físico. Cuando el cuerpo físico se deja de lado al morir, el rollo se abre y ahora se entrega a la sustancia cósmica. De modo que después de la muerte comenzamos a mirar hacia atrás a lo que estaba grabado en nuestra sustancia etérica individual que ahora, después de la muerte, se entrega al éter cósmico.

Al igual que con la memoria, que evoluciona porque el cuerpo físico ofrece una fuerza de resistencia, también ocurre con respecto a otra cosa de gran  importancia para nuestra existencia terrenal.

Los hábitos son otra cosa que debemos adquirir durante la existencia terrenal. Ni el recuerdo en su forma presente, ni la capacidad de adquirir hábitos fueron nuestros durante el período de existencia de la Antigua Luna[1]. Si observamos el desarrollo del ser humano desde la infancia en adelante, podemos ver cómo se van adquiriendo los hábitos mediante la repetición constante de acciones. A través de las instrucciones dadas durante nuestra crianza, las acciones constantemente repetidas se vuelven habituales. Primero nos vemos obligados a hacer algo que mediante la repetición constante se convierte en un hábito y el hábito, una vez formado, se convierte cada vez más en una acción automática del alma.

El desarrollo de los hábitos en el camino correcto durante la existencia terrenal es necesario para el desarrollo de la conciencia del yo. Porque, ¿qué teníamos nosotros en el lugar de los hábitos durante el período de evolución de la Antigua Luna? En ese momento, cada vez que algo debía ser llevado a cabo por nosotros o por medio de nosotros, quedaba bajo la influencia directa de los Seres superiores del mundo espiritual. Fuimos impulsados a la acción por los impulsos enviados desde los Seres del mundo espiritual. No necesitábamos ‘hábitos’, para lo que teníamos que hacer, los Seres del mundo superior lo hicieron, en cierto sentido, a través de nosotros. Fuimos más íntimamente parte de todo el ‘organismo’ de las Jerarquías que ahora, en el período de la Tierra.

Pero nunca hubiera sido posible para nosotros desarrollar la fuerza de la libertad si hubiéramos permanecido en esta condición en la que todas nuestras acciones implicaban un impulso de Seres espirituales superiores. Los fundamentos de la libertad (actividad espiritual libre) solo pueden ser depositados en nosotros al haber sido emancipados de la esfera de los Seres de los mundos espirituales y, por lo tanto, haber llegado a la etapa de poder formar un hábito mediante la repetición constante de algún acto, que finalmente proviene de nuestro propio ser. Es así: la consecución de la posibilidad de libertad para el hombre está íntimamente relacionada con la adquisición de hábitos.

Cuando entramos en la existencia física a través del nacimiento, venimos de un mundo en el que, durante el período de la Tierra en sí, vivimos en condiciones algo similares a las que se obtenían durante el período de la Antigua Luna. En el mundo espiritual, antes de entrar a través del nacimiento en la existencia terrenal, vivimos bajo la fuerte influencia de impulsos espirituales superiores. En ese mundo hay Seres espirituales exaltados que nos guían en lo que tenemos que hacer para así preparar nuestra existencia terrenal de modo que pueda seguir su curso de acuerdo con el karma.

Con la entrada al cuerpo físico, nos alejamos de ese mundo en el que no hay hábitos, sino solo los impulsos continuos e incesantes de los elevados Seres espirituales. Habiendo entrado en la existencia física, todavía hay un eco dentro de nosotros de esta vida en el mundo espiritual. Este eco se expresa en el hecho de que, desde niños, hasta el séptimo año, nos gobierna menos el hábito que el poder de la imitación. Imitamos lo que se hace, lo que sucede a nuestro alrededor. Este es un eco de nuestra vida en el mundo espiritual. En el mundo espiritual, tuvimos que recibir el impulso para cada actividad individual. Por lo tanto, es cuando como niños que reaccionamos a nuestros impulsos inmediatos e imitamos. La actividad independiente de la vida del alma comienza solo en el curso del tiempo, del mismo modo que gradualmente desarrollamos la capacidad de vivir de acuerdo con el hábito. La memoria y el hábito son componentes importantes de nuestra vida anímica, son metamorfosis, transformaciones de fuerzas de naturaleza completamente diferente en el mundo espiritual. La memoria es una metamorfosis de las huellas perdurables de experiencias imaginativas y oníricas. Los hábitos surgen porque somos arrancados de los impulsos de los Seres espirituales superiores.

Cuando estudiamos estas cosas y meditamos sobre ellas, llegamos a un concepto que es necesario para comprender la naturaleza muy diferente del mundo que está más allá del Umbral. Una y otra vez debe enfatizarse que el mundo más allá del Umbral es completamente diferente del mundo de este lado del Umbral. Incluso cuando empleamos palabras usadas en conexión con el mundo físico para caracterizar el mundo espiritual desde cualquier punto de vista particular, debemos recordar constantemente que las ideas verdaderas y adecuadas del mundo espiritual solo se pueden adquirir acostumbrándonos gradualmente a dar una forma a estas ideas del mundo espiritual bastante diferente de los que se aplican al mundo físico. Al mismo tiempo, sin embargo, el estudio de cosas tales como la memoria y el hábito nos ayudará a desarrollar una idea de la naturaleza de nuestra existencia física.

Es una completa locura imaginar que la existencia física es algo despreciable. He señalado este error desde muchos puntos de vista diferentes. La existencia física tiene su tarea en la evolución humana como un todo, al igual que todas las otras fases de la evolución tienen la suya. Es para nuestro beneficio eterno que en el curso de la evolución del alma tengamos un cuerpo físico y por medio de este cuerpo físico pasrmos por ciertas experiencias terrenales bajo la influencia de la memoria y el hábito. Gradualmente, mediante repetidas vidas en la Tierra, nos posesionamos firmemente de estas adquisiciones terrenales. Entre la muerte y el renacimiento, sin embargo, debemos regresar continuamente a las condiciones del período de la existencia de la Antigua Luna. Debemos rendir el poder de la memoria, como lo hacemos directamente después de la muerte, y ceder a la sustancia cósmica lo que hemos grabado dentro de nuestro ser durante la existencia terrenal. Y nuevamente debemos rendirnos a los impulsos de los Seres espirituales superiores para que al seguir sus impulsos podamos transformarlos, en el cuerpo físico, en hábitos.

Aquí, sin embargo, hemos llegado a un punto en el que volveré a llamar la atención sobre algo que, debido a su importancia, nunca puede sobreestimarse.

La memoria y el hábito se adquieren durante la vida terrenal. Primero consideremos la memoria. La memoria puede parecer una adquisición de la existencia terrenal. Además, saben que por muy débil que sea la memoria de un hombre, siempre es posible desarrollarla. Supongamos por un momento que no hay nada más que hacer en el camino del desarrollo de la memoria que lo que es absolutamente natural, bajo la influencia del organismo físico terrenal que está impregnado de sustancia mineral. Si este fuera el caso, la memoria se desarrollaría de una manera bastante diferente. Tal como están las cosas, hacemos más, como saben, hacemos mucho más. Sería más correcto decir que se hace mucho más con nosotros en este asunto de entrenar la memoria. Por una parte, estamos hechos para aprender de memoria, para memorizar. A cierta edad en nuestra educación se nos dice que aprendamos de memoria. Hay una diferencia entre adquirir la facultad natural de la memoria y establecer algo además. Si leemos un poema muchas veces, o si a menudo se lo repite en voz alta, al final lo recordamos, lo sabemos de memoria. Los métodos modernos de educación, sin embargo, no están contentos con esto. Los niños se ponen a trabajar para memorizar un poema y a veces se los castiga por no haberlos guardado en la memoria cuando se les ha pedido hacerlo. Esto es muy característico de la fase presente de la evolución.

Debo rogarles que no me malinterpreten. No se debe decir que estoy denunciando la memorización o he exigido su abolición. No estoy exigiendo nada de eso. Nuestros tiempos son tales que ciertas cosas deben necesariamente ser memorizadas, precisamente porque esta fase presente de la evolución corresponde a una fase definida en el desarrollo de la facultad de la memoria.

Pero, ¿qué es lo que realmente sucede en el alma cuando al memorizar apelamos a la facultad de la memoria que se despliega naturalmente? ¡Es un caso de convocar a Lucifer en nuestra ayuda! De hecho, es una fuerza luciférica convocada como ayuda de la memoria.

Una vez más, les ruego que no exclamen: «¡Lucifer! Pero debemos protegernos de él. ¡De ahora en adelante, nuestros hijos nunca aprenderán de memoria!» Algunas personas tienen la idea errónea de que deben protegerse contra Lucifer y Ahriman de forma persistente y hacer todo lo posible para mantenerlos a una distancia segura. ¡Pero el hecho es precisamente que cuando están en guardia les facilitan su acercamiento!.

Las fuerzas luciféricas y ahrimánicas deben tenerse en cuenta en la evolución cósmica. Deben necesariamente ser parte integrante de la evolución del mundo. La única pregunta es cómo mantenerlos en su lugar apropiado. Consideren el caso especial ya mencionado: ¿Por qué el poder Luciférico debe invocarse en ayuda de la memoria? En los tiempos muy antiguos de la evolución, la memoria era poderosa en una medida nunca soñada por los hombres en la actualidad. Nosotros, en nuestros días, necesitamos un tiempo considerable para aprender un poema largo de memoria. Los antiguos griegos no necesitaron tanto tiempo. Muchos de ellos conocían los poemas de Homero de principio a fin. Pero estos antiguos griegos no memorizaron de la manera en que lo hacemos hoy en día, cuando aprendemos algo de memoria. En aquellos tiempos, el poder de la memoria estaba constituido de manera diferente.

Ahora, ¿qué estaba sucediendo realmente en esa cuarta época de la civilización post-Atlante? La época greco-latina fue, en cierta medida, una recapitulación de la época atlante misma que se ha descrito en mis escritos sobre la Atlántida. Lo que vino del período de evolución de la Antigua Luna como una fuerza que le permite al hombre delinear sus experiencias soñadoras e imaginativas como la cola de un cometa, esta fuerza, en vez de trabajar fuera como un canal de comunicación con un universo externo, estaba en el ser interior del hombre Como resultado de esta transferencia de la vida externa a la interior, la memoria en los atlantes fue como un destello de algo que el mundo en ese momento se daba a sí mismo. En los días de la Atlántida no había necesidad de que el hombre hiciera grandes esfuerzos para desarrollar su memoria, porque era como la afluencia al ser interior de una fuerza que opera en comunicación con el mundo exterior. En la cuarta época de la civilización post-atlante, hubo una recapitulación de este estado de cosas. En el ser interno hubo una recapitulación de la operación de una fuerza que en tiempos anteriores había trabajado en constante interacción con el mundo, sin ninguna actividad por parte del hombre mismo. En la medida en que el hombre ha pasado ahora a la quinta época post-atlante, debe hacer mayores esfuerzos para entrar en posesión real del poder de la memoria. Debido a que la memoria tiene que contribuir al progreso del hombre hacia la individualidad y la libertad, el poder que vino espontáneamente en la era atlante y en su recapitulación, la cuarta era post-atlante, ahora debe ser adquirido. Cuando algo que corresponde a un poder anterior tiene que ser adquirido en una época posterior, cuando, por ejemplo, la memoria es ayudada por medio de una fuerza que antiguamente existía por naturaleza, siempre tenemos que ver con una actividad luciférica. Verán, la memoria que ahora cultivamos artificialmente pero que en tiempos griegos era una dote natural, ahora se convierte en Luciferina. Esta concepción de la actividad luciférica nos ayuda a darnos cuenta del papel desempeñado por Lucifer en la evolución de la humanidad. Hasta cierto punto, los límites todavía estaban establecidos para su trabajo en tiempos griegos y latinos, ya que él todavía estaba en su lugar correcto. Hoy en día este ya no es el caso. Si la memoria se desarrolla en nuestra época, el hombre tiene que entrar en un pacto con Lucifer. A fuerza de su propia actividad, el hombre debe ahora hacer por su memoria lo que se hizo sin ninguna participación de su parte durante la época greco-latina. Pero por esta razón, lo que sucedió entonces sin la participación del hombre se convierte en un acto luciferino en nuestra época.

Sin embargo, en el momento en que se establece una actividad luciférica, el otro lado de la balanza comienza a operar el impulso ahrimánico. Mientras por un lado memorizamos y llamamos a Lucifer para que nos ayude a este respecto, en el otro lado hacemos cada vez más uso del apoyo ahrimánico a la memoria, es decir, escribimos cosas. A menudo he dicho que fue una verdadera concepción en la Edad Media lo que hizo que los hombres hablaran de la imprenta como una de las «artes negras».

Este método externo de ayudar a la memoria es completamente de naturaleza ahrimánica. De nuevo, no digo que sea correcto huir de todo lo que es Ahrimánico, aunque a este respecto quizás se pueda decir que precisamente entre nosotros se hace demasiado en la dirección de convocar a Ahriman. ¡Existe una tendencia a tener un afecto exagerado por él!

Influencias de Lucifer y Ahriman.

La tarea del hombre es, sin embargo, cultivar la posición de equilibrio y no creer que simplemente puede escapar de las garras de Lucifer y Ahriman. Con calma y valientemente debe admitir que ambos Seres son necesarios para la evolución del mundo, que para su propio desarrollo necesita tanto a Lucifer como a Ahriman en su vida activa, pero que debe mantenerse el equilibrio en todas las esferas de la vida.

Nuestras actividades, por lo tanto, deben ser tales que se mantenga el equilibrio entre Lucifer y Ahriman. Fue por esta razón también que Lucifer y Ahriman necesariamente tuvieron que jugar un papel en la evolución terrenal. Al comienzo del Antiguo Testamento hay una imagen significativa del influjo de las fuerzas luciféricas en la evolución del mundo. Las fuerzas luciféricas entran en la evolución terrenal por medio de la mujer, y el hombre es engañado por la mujer. Esta imagen bíblica simboliza la afluencia del elemento luciférico que ocurrió en la época de la antigua Lemuria.

Luego, durante la edad atlante posterior, llegó la entrada del elemento ahrimánico a la evolución terrenal. Así como durante el cuarto período post-atlante, el conocimiento humano tuvo que llegar a una comprensión del símbolo luciférico, así ahora, durante nuestra quinta época post-atlante, como he dicho antes, es necesario colocar ante el alma una forma adecuada pero aún suficientemente indicativa —el símbolo opuesto. La figura de Fausto tiene a Ahriman a su lado, como Eva tiene a Lucifer. Lucifer se acerca a la mujer, Eva; Ahriman se acerca al hombre, Fausto. Y así como el hombre, Adán, se engañó indirectamente a través de Eva, entonces aquí, la mujer, Gretchen, es engañada a través del hombre, Fausto. La seducción de Gretchen es el resultado del engaño, porque Ahriman está trabajando. Ahriman es el ‘Espíritu que Miente’ en contraste con Lucifer que es el ‘Tentador’. Así, entonces, es cómo pueden describirse: Lucifer, el Tentador; Ahriman, el Espíritu Mentiroso.

Mucho existe en el mundo con el propósito expreso de proteger a la humanidad de la tentación de Lucifer: reglas de conducta, máximas, preceptos morales, costumbres instituidas, etc. Pero hay menos para ayudar al hombre en el camino correcto para protegerse de ser presa del impulso Ahrimánico, es decir, falseando.

Todo lo que es luciférico en el hombre tiene que ver con las emociones, las pasiones. Por otro lado, la influencia ahrimánica que se afirma en la evolución humana tiene que ver con mentir, con la falsedad. Y en nuestra época el hombre debe estar armado no solo contra los ataques de Lucifer. Ya es hora de que forje su armadura contra los ataques de Ahriman.

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Uno de los motivos en Fausto es que el hombre es vencido por Ahriman, hasta el punto de malinterpretar la palabra. Goethe nos muestra en este poema cómo Fausto pasa por diferentes peligros ahrimánicos. Es cierto que la figura de Mefistófeles es una mezcla y, a menudo, una confusión tanto de Lucifer como de Ahriman. Pero en general, como acabo de mostrar, Goethe tiene razón al haber elegido la figura de Ahriman y no la de Lucifer para su drama. Gran parte de Ahriman se encuentra tanto en la primera como en la segunda parte de Fausto, hasta el punto en que juega en la interpretación errónea de las palabras. Al final de la segunda parte, Fausto confunde «Ditch» y «Grave». El impulso ahrimánico juega incluso en la interpretación errónea de las palabras. Goethe lo señala con una sutileza extraordinaria, entrelazándolo de la manera más efectiva en la obra, instintivamente, en lugar de darse cuenta conscientemente de la naturaleza del impulso ahrimánico en lo que es falso y distorsionado. Este es un punto de gran importancia.

Ahora bien, así como la memoria y el hábito son metamorfosis de diferentes tipos de actividad en el mundo espiritual, también otras facultades espirituales que podemos obtener son a su vez metamorfosis de algo adquirido en la existencia física. Consideremos algo que aparece primero en la existencia física. La memoria y el hábito se han descrito como transformaciones, metamorfosis de las experiencias espirituales de tiempos anteriores. Pero lo que emerge por primera vez en el mundo físico es la relación de nuestras ideas con los hechos en el mundo externo. Los hechos y los objetos están a nuestro alrededor y hacemos imágenes de ellos en nuestras concepciones e ideas. Al acuerdo de las imágenes en nuestro pensamiento con los hechos u objetos o eventos, luego los llamamos verdad física.

Cuando hablamos de verdad física, esto implica que nuestras concepciones se ajustan a los hechos del plano físico. Para que surja esta relación de verdad, es absolutamente necesario vivir en un cuerpo físico y percibir cosas en el mundo exterior a través del cuerpo físico. Sería absurdo imaginar que tal relación con la verdad podría haber existido durante la época de la evolución de la Antigua Luna. Es una adquisición de la vida terrenal. Es solo porque vivimos en un cuerpo físico que este acuerdo entre ideas y hechos externos puede surgir. Pero aquí el campo de acción de Ahriman se abre para él. ¿En qué sentido se abre así ante él?

De lo dicho se puede percibir la interacción entre el mundo espiritual y el físico. Ahriman tiene su propia buena tarea en el mundo espiritual y, además, debe enviar fuerzas desde allí al mundo físico. ¡Pero no debe entrar en el mundo físico! El hecho de que este dominio se le niegue hace posible que las ideas que adquirimos en el cuerpo físico se ajusten a los hechos en el mundo exterior. Si Ahriman se introduce en las actividades de la vida terrenal en las que participó durante el período de evolución de la Antigua Luna, alteraría el acuerdo de nuestras ideas con los hechos externos. Debería, si se me permite usar la expresión, «mantener los dedos alejados» del reino en el que el hombre armoniza sus ideas con los hechos externos. Pero esto es precisamente lo que Ahriman no hace. Si lo hiciera, ¡no habría mentira en el mundo!

¡No sé si es necesario probar que la mentira, sin duda, continúa en el mundo! Pero cada vez que se miente, es una prueba de que Ahriman está trabajando en el mundo físico de una manera injustificada. Esta actividad particular de Ahriman en el mundo es algo que el hombre debe superar. Es, por supuesto, fácil de decir: aunque hay mucha belleza en el mundo, también hay mucho que es lo contrario de lo bello.  Un Dios perfecto habría tenido éxito en la creación de seres humanos que nunca hubieran asumido la mentira. Un Dios perfecto le habría dicho a Ahriman: En el mundo físico no es para que tu interfieras.  Dios, sin embargo, no ha tenido éxito en alejar a Ahriman del mundo; por lo tanto, Él no es tan perfecto después de todo. Podría decirse entonces. Y, de hecho, no solo hay que tener en cuenta a Ahriman: —Ahriman, que siente cierta satisfacción por el mal que hay en el mundo. También hay filósofos cuyo pesimismo se deriva de la observación de las malas características de la humanidad. Hubo pesimistas entre los filósofos en el siglo diecinueve, pero también hubo quienes expresaron no solo pesimismo sino aflicción. Esa también es una visión del mundo que realmente existe y de la cual Julius Banzen es un representante típico.

¡Por qué, entonces, se le ha permitido a Ahriman tener acceso al mundo físico! En ocasiones previas, he mostrado cuán profundamente ha entrado, tomando como ejemplo un acontecimiento en el que un programa preestablecido, estrictamente apegado, fue presenciado, no por un público laico, sino por treinta estudiantes de Derecho y jóvenes abogados, hombres, que hay que decir, que estaban siendo entrenados para ser jueces de las acciones de los seres humanos. Todo sucedió de acuerdo con el tema programado. Pero cuando, después del evento, a estos treinta jóvenes abogados se les preguntó qué había pasado realmente, veintiséis de ellos dieron una cuenta absolutamente incorrecta y los cuatro restantes solo una muy correcta. A partir de este ejemplo, puede ver qué tipo de relación existe realmente entre las ideas en la mente de las personas y los hechos físicos externos. Treinta personas pueden estar presentes cuando se ha llevado a cabo un determinado procedimiento de acuerdo con un programa preestablecido y veintiséis de ellas dan una explicación falsa de ello. En tal caso, vemos a Ahriman trabajando literalmente ante nuestros ojos. Pero ahora, supongamos que Ahriman no estuviera allí en absoluto. Si él no estuviera allí, deberíamos ser como corderos inocentes, ya que el impulso sería no formar nunca conceptos que no concuerden con los hechos. Solo deberíamos expresar lo que realmente observamos como un hecho, pero deberíamos hacer esto por necesidad. Sería imposible para nosotros hacer cualquier otra cosa y no habría ninguna cuestión de actividad espiritual libre. Para poder decir la verdad como seres libres, tiene que existir la posibilidad de que él también este en nosotros. En otras palabras, debemos adquirir el poder para conquistar a Ahriman dentro de nosotros en todo momento.

Ahriman debe estar allí «tentando, trabajando, creando, como el diablo». Ahriman debe estar allí, pero el problema es que los hombres lo siguen tan de cerca que no lo reconocen como el diablo que tienta, trabaja y crea, y que debe ser vencido.

Pues poner cara larga y decir: ‘Eso es sin duda Ahrimánico, no puedo permitirme tener ninguna relación con ello, significa ni  más ni menos en muchos casos una cómoda rendición a Lucifer sin libertad. El punto es que aprendamos a reconocer los impulsos que deben superarse, donde sea que existan. Necesitamos a Ahriman por un lado y Lucifer por el otro para establecer el equilibrio entre ellos.

Traducido por Gracia Muñoz en marzo de 2018.

[1] Ver La Ciencia Oculta un bosquejo, de Rudolf Steiner

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4 comentarios el “GA170c1. Memoria y hábito.

  1. […] GA170c1. Memoria y hábito — Dornach, 26 de agosto de 1916 […]

    • Elba dice:

      Hola,
      Muchas gracias por traducir este texto. Estamos buscando todas las conferencias del 170 y gracias a vosotrxs hemos podido leer esta conferencia. Sabeis si està traducido al español el resto?

      • Hola, creo que solo esta traducida esta, sobre este tema Memoria y Habito son 3 conferencias. Estan dentro del ciclo Enigmas de la Humanidad, ahora he decidido trabajar sobre ellas y las ire posteando.

  2. […] ← GA354c2 – La evolución de la Tierra y el Hombre y la influencia de los astros. GA170c1. Memoria y hábito. → […]

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