GA194. Los Seres Elementales y los destinos humanos

La Misión de Michael. La Revelación del Secreto intrínseco del Ser Humano

Rudolf Steiner —  Dornach, 6 de diciembre 1919

English version

Para una verdadera comprensión de la naturaleza humana, tenemos que reconocer que está dividida en tres miembros, cada uno de los cuales es, en términos relativos, autosuficiente, compuesta por la cabeza, los órganos del sistema metabólico y los órganos de las extremidades, estas son, por supuesto, definiciones que solo son burdamente verdaderas. Bajo el nombre de miembros, por ejemplo, tenemos que incluir una buena parte de lo que está contenido en el abdomen. Además, como sabrán por mis conferencias, así como por mi libro Enigmas del Alma, hay una conexión entre la cabeza del Hombre y su vida de pensamientos e ideas; toda la actividad rítmica del sistema metabólico, está conectada con la esfera del sentimiento; y finalmente, la esfera de la voluntad, que representa la parte esencialmente espiritual del hombre, se complementa con el sistema y la organización de las extremidades.

En términos relativos, estos tres sistemas del organismo humano son independientes entre sí. De manera similar, la vida de las ideas, la vida del sentimiento y la vida de la voluntad son cada una dependientes de sí mismas, aunque a la vez trabajan juntas.

Ahora, como ustedes saben, podemos comprender mejor la diferencia entre estos tres sistemas, cuando los observamos de la siguiente manera desde un punto de vista espiritual. Durante el estado de vigilia, el hombre solo está completamente despierto en su sistema de cabeza, en todo lo que tiene que ver con la vida del pensar y las ideas. Todo lo relacionado con la vida del sentir, es decir, desde un aspecto corporal, con el sistema rítmico/metabólico, es una vida de sueños. Incluso durante el día, la vida del sentir invade nuestra vida despierta como una vida de sueños. Lo que sucede en la esfera del sentir lo sabemos indirectamente a través de las ideas, pero nunca lo podemos saber directamente a través de los sentimientos mismos. La vida de la voluntad está en una oscuridad aún mayor; no tenemos una comprensión más clara de su contenido real que la que tenemos cuando dormimos.

El reconocimiento de estas diferencias nos permite indicar más exactamente de lo que suele hacerse, el carácter y el grado de los estados subconscientes que se hallan por debajo de la conciencia humana ordinaria. Las ideas subconscientes se hallan por debajo de la vida del sentir; y las ideas inconscientes que se encuentran aún más profundamente en la vida de la voluntad.

Ahora bien, es muy importante saber que cada uno de los tres sistemas también contiene el pensar, el sentir y la voluntad. En el sistema de la cabeza o el sistema de pensamiento, también están presentes una vida del sentimiento y una vida volitiva que están mucho menos desarrolladas que la vida de las ideas. De manera análoga, los pensamientos están presentes en la esfera de los sentimientos, más débilmente que en la esfera de la cabeza, y solo se tiene de ellos una conciencia onírica.

En nuestro tiempo de ciencias abstractas, mis queridos amigos, hay algo que se suele ignorar, y es esto. Estos miembros subconscientes del ser humano son más objetivos en proporción, puesto que están menos subjetivamente presentes en la conciencia. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir, que, en nuestra vida de las ideas, en la cabeza, los procesos tienen lugar dentro de nosotros. Por otra parte, lo que experimentamos a través de nuestro sistema rítmico, o sea los procesos que se desarrollan en la esfera de nuestros sentimientos, no son de ninguna manera de nuestra propiedad individual. Tienen lugar dentro de nosotros, pero al mismo tiempo, representan objetivamente procesos del mundo. Esto significa que cuando ustedes sienten, están teniendo, por supuesto, una experiencia dentro de ustedes mismos, pero esta experiencia es, al mismo tiempo, algo que sucede en el mundo y que ahí tiene significado. Y es de extraordinario interés hacer un seguimiento de los procesos del mundo que subyacen en nuestra vida del sentir.

Supongamos que experimentan algo que les afecta profundamente, algún evento que les mueve a la alegría o al dolor. Pues bien, saben que la vida entera, sigue su curso de tal manera que podemos separarla en períodos de unos siete años. En términos generales, el primero va desde el nacimiento hasta el cambio de dientes, el segundo hasta la pubertad, el tercero hasta cumplir los veintiún años, y así sucesivamente. Todas estas delimitaciones son, por supuesto, solo aproximadas. Tenemos pues, una división que se muestra a lo largo de la vida humana.

Los puntos de inflexión en el desarrollo del ser humano al que llegamos mediante este método, están claramente marcados en las primeras décadas de la vida (cambio de dientes y pubertad), pero más tarde están más o menos ocultos, aunque se pueden observar claramente por quien los sabe buscar. Lo que tiene lugar en el alma y el espíritu del ser humano, alrededor de los veintiún años de vida es, para quien lo puede observar, tan claramente perceptible como el cambio en la pubertad es para la fisiología externa. La división en períodos de siete años es válida, de hecho, para todo el curso de la vida humana.

Volvamos ahora, al suceso que ha causado una fuerte impresión en nuestra vida de sentimientos. Supongamos que el suceso ocurre entre el cambio de dientes y la pubertad. Entonces se produce algo muy singular, que hoy en día generalmente no se nota debido a nuestra insensible forma de observar. La impresión causada sobre el sentimiento está ahí, y después, gradualmente, esas vibraciones van desapareciendo de la conciencia. Pero en el mundo objetivo ha sucedido algo, paralelamente a lo que está en la conciencia, separado de cualquier participación que la vida anímica tenga en él. Y este proceso que prosigue en el mundo objetivo puede compararse con la configuración de un movimiento vibratorio. Va vibrando por el mundo. Y lo más notable es que no sigue sin más hacia el infinito, sino que, cuando ha alcanzado una distancia suficiente, cuando su elasticidad, por así decirlo, se agota, retrocede y hace su aparición en el siguiente período de siete años, actuando en la vida anímica como un impulso externo. No diré que tal evento siempre vuelva como impulso externo siete años después, porque el tiempo depende de la forma y el carácter de la vida individual, sino que sobreviene en el transcurso de los siguientes siete años, aunque muy a menudo sin que lo notemos en absoluto.

Sí, mis queridos amigos, continuamente experimentamos sucesos que afectan nuestra vida de sentimientos y que son la reacción del mundo a una experiencia que tuvimos en la esfera de los sentimientos durante los siete años previos. Un evento que conmueve y remueve nuestros sentimientos resuena nuevamente en nuestra vida anímica durante la siguiente etapa de la vida. La gente no suele comentar esas cosas, pero cualquiera que pase por un pequeño problema puede aprender a observarlo, incluso externamente.

¿Quién de ustedes no ha experimentado alguna vez la situación de alguien al que ustedes conocen bien, que de repente se siente desanimado y de mal humor? No tienen idea de por qué, pero le ha sobrevenido un cambio, como si dijéramos «de la nada». Si hacen un seguimiento del asunto, y abren los ojos del alma para observar la manera particular en que dicho hombre se comporta en la vida, si puede sentir lo que hay entre las palabras que dice —o mejor dicho, lo que está dentro de sus palabras— entonces podrán retroceder hasta el suceso previo que le afectó tan profundamente. Y durante todo ese espacio de tiempo, algo ha estado sucediendo en el mundo que no habría estado sucediendo si el hombre no hubiera tenido esa experiencia conmovedora. Todo ello es un proceso que, además de haberlo experimentado el hombre mismo, también tiene lugar fuera de él como una experiencia absolutamente objetiva.

¡Fácilmente verán cuántas oportunidades existen para que tales cosas se desarrollen fuera de nosotros! Somos el instrumento que los produce, pero no son menos objetivos que los procesos del mundo. Estos procesos están implicados en todo lo que sucede entre los seres elementales que están fuera de nosotros, incluidos los seres elementales que les describí recientemente. Recordarán cómo en otro contexto los relacioné con la respiración y todo el sistema rítmico. Ahora pueden verlos obrar conjuntamente con el sistema rítmico indirectamente a través de la estimulación de los sentimientos. Cuando entendemos estas cosas correctamente, llegamos a la inevitable conclusión de que el hombre está creando continuamente a su alrededor, como si dijéramos un gran aura. Y, por tanto, los seres elementales se hunden entre las ondas que se proyectan; se mezclan, por así decirlo, en todo el proceso y les permite influir en la reacción que vuelve sobre el Hombre; el que puedan hacerlo, sin embargo, depende del ser humano individual.

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Imaginemos todo el proceso. Algo les conmueve profundamente. Lo hacen irradiar hacia su alrededor. Cuando regresa a ustedes, ha sufrido cambios; entre tanto, los seres elementales se han implicado en ello, y cuando vuelve a actuar sobre ustedes, entonces, junto con el proceso externo del que se han hecho cargo los seres elementales, también reciben las influencias y el obrar de tales seres elementales. El hombre extiende alrededor suyo una atmósfera espiritual, mediante la cual entra en contacto con seres elementales: él y ellos se afectan recíprocamente. Todo destino que se desarrolla a lo largo de la vida está conectado con estos seres. Porque incluso dentro de esta vida tenemos una especie de cumplimiento de nuestro destino. Si tenemos alguna experiencia hoy, esa experiencia tendrá un significado para nuestra vida posterior. Y así es, de hecho, como se moldea nuestro destino. Los seres elementales que sienten atracción hacia nosotros por nuestra naturaleza, trabajan en la configuración de nuestro destino. Allí alcanzan un sentimiento de sí mismos: allí trabajan con nosotros y sobre nosotros.

Aquí obtenemos una idea de la interacción entre el Hombre y su entorno, pudiendo ver cómo actúan las fuerzas espirituales en el medio ambiente. Siguiendo esta interacción, podemos arrojar luz sobre muchas cosas que le suceden al Hombre por la vía del destino. La visión de estas conexiones no está al alcance del conocimiento «iluminado» de nuestros tiempos; solo en las tradiciones que se han mantenido de tiempos pasados, podemos encontrar rastros de él cuando el Hombre vivía en una etapa más elemental de conciencia y tenía una conexión más directa con la realidad.

Estas tradiciones a veces se expresan muy bien en los poemas de épocas remotas, cuando el destino acontecido a un ser humano es atribuido a la intervención de los seres elementales. Uno de los más hermosos que se han conservado, es un poema que se presenta a menudo en una actuación de Euritmia. Aquí pueden ver cómo los seres elementales del reino del Rey Elfo intervienen en el destino del Hombre. El poema dice así:

LA HIJA DEL REY ELFO

Sir Olaf cabalgaba hasta la entrada de su casa

hasta bien entrada la tarde, había llamado a los invitados a su boda.

Los elfos están bailando en la hierba,

la hija del Rey Elfo esta entre ellos.

-«Bienvenido señor Olaf, dame tu mano,

Ven a danzar y brindar por mi felicidad».

«No voy a bailar ni puedo bailar

¡mañana será el día de mi boda!»

«Señor Olaf, venga y baile conmigo

¡Dos espuelas doradas te daré!

y una fina seda blanca como la nieve.

Mi madre la blanqueo con la luz de la luna»

«No voy a bailar ni puedo bailar

¡mañana será el día de mi boda!»

«Señor Olaf, venga y baile conmigo –

Le daré una montaña de oro

«Por una montaña de oro no voy a decir no,

pero no voy a bailar, no se me permite.»

«Si te niegas a bailar conmigo

enfermedades y plagas te seguirán».

Golpeó su corazón a toda prisa,

nunca había sentido un dolor tan amargo.

Sentado en su manso caballo empezó a palidecer.

– «Vuelve con tu digna dama «, exclamó»

Y cuando por fin llegó temblando a su casa

su madre le estaba esperando.

«Hijo mío, hijo mío, oh dime  la verdad

¿Por qué esa tonalidad en tu cara semejante a la muerte?»

Debe ser del tono mortal de necesidad

Porque vi a la hija del Rey Elfo.

Mi hijo tan querido y bien amado,

¿Qué debo decirle a tu novia?»

Dile que tengo que ir al bosque

a ejercitar con mi caballo y mi perro

Al amanecer temprano, al romper el día

llegó la novia con el conjunto de invitados para la boda.

Se dieron un banquete y bebieron vino y cerveza.

«¿Dónde está Sir Olaf, mi novio querido?»

Ha tenido que ir al bosque

a ejercitar con su caballo y su perro»

La novia alzó la tela tan roja

Allí yacía Sir Olaf –que estaba muerto.

Ahí tienen el mundo elemental entretejido en el destino del Hombre, en el mismo momento en que su destino lo golpea con el impacto de la enfermedad y la muerte. Tengan en cuenta las palabras exactamente. En los poemas antiguos, estas cosas no se presentan como lo serían en los poemas de los últimos tiempos. (Herder tomó estos versos de un viejo poema popular). De los poemas producidos en la cultura actual, podemos decir que alrededor del 99 por ciento son superfluos. Los poemas que se derivan de un conocimiento antiguo siempre se distinguen por el hecho de que son fieles a la realidad. No podría haberse dicho en este poema que lo golpeó en la cabeza, en la boca o en la nariz, sino:

Sobre el corazón ella lo golpeó a toda prisa,

Sintió de allí un grave dolor.

En este sentido, tiene que ser un órgano del sistema rítmico, de ahí el corazón.

Lo que quiero que noten es que aquí tienen una reproducción totalmente fiel en la poesía de lo que realmente sucede alrededor del hombre en una hora del destino. De hecho, siempre está sucediendo alrededor del Hombre, pero se siente particularmente fuerte en relación con el fenómeno de este retorno periódico de experiencias en la esfera del sentimiento. Pues estas siempre vuelven a nosotros en una forma diferente. Entran en nuestro destino solo después de haber pasado por lo que sea que los seres elementales hayan encontrado que hacer con ellas. Así como vivimos dentro del aire físico externo o entre los productos de los reinos mineral, vegetal y animal, de la misma manera vivimos con las partes subconscientes de nuestra naturaleza en esferas espirituales. En particular, con nuestro sistema rítmico vivimos en la esfera espiritual de los seres elementales. Y en esa esfera se forma tanto de nuestro destino como se puede moldear en el curso de la vida entre el nacimiento y la muerte.

Solo debido a que en nuestra cabeza estamos completamente despiertos, quedamos al margen de esta interacción con los seres elementales. Solo con respecto a nuestra vida de la cabeza, no nos vemos implicados en el reino de los seres elementales. Allí, nuestra cabeza emerge, por así decirlo, sobre la superficie del océano de la existencia elemental, en la que, como seres humanos, nadamos perpetuamente. Aquí pueden ver cómo las experiencias pueden regresar en forma de destino, incluso dentro del curso normal de la vida, cuando están relacionadas con nuestro sistema rítmico.

También para el sistema de extremidades, hay una interacción con el entorno, pero es mucho más complicada. Aquí nuevamente los acontecimientos vuelven atrás; pero hacen un circuito más amplio y solo regresan en la próxima vida o en una de las siguientes vidas terrestres. Por lo tanto, podemos decir que lo que llamamos nuestro destino o Karma no necesita, después de todo, ser tan enigmático para nosotros, si lo consideramos como una expansión adicional de lo que se puede estudiar en el retorno de las experiencias dentro de una sola vida. Porque las experiencias no vuelven sin cambios; han experimentado un cambio muy grande mientras tanto.

Permítanme ahora llamar su atención sobre un hecho particular. Donde quiera que he dado conferencias sobre educación, siempre he puesto énfasis en un hito importante en el curso de la vida que se produce aproximadamente en el noveno año. Es un punto de inflexión que debe marcarse con mucho cuidado en la enseñanza. Hasta ese momento, las enseñanzas sobre la naturaleza deben ser del tipo en que la descripción de la naturaleza y sus procesos están relacionados, por medio de fábulas, leyendas, etc., con la vida moral. Solo en el noveno año se puede comenzar a describir la naturaleza de una manera simple y elemental. Entonces el niño está maduro para ello. En la educación Waldorf, toda la adecuación y el tratamiento de los sujetos se deriva directa y enteramente de la observación real del ser humano, hasta sus más mínimos detalles. Dejé señalado esto en el artículo que escribí sobre los fundamentos educativos de la Escuela Waldorf, e hice alusión a este punto de inflexión alrededor del noveno año.

Podemos caracterizar este punto de inflexión diciendo que la conciencia del yo recibe entonces una nueva forma. El niño se vuelve capaz de ver la naturaleza externa de una manera más objetiva. Previamente, juntaba lo que veía en la naturaleza con su propio ser. Ahora, como bien saben, la conciencia del yo se desarrolla en el primer septenio de la vida, a partir de los 2 o 2 años y medio. Lo sucedido durante este período, vuelve en el segundo período de siete años, aproximadamente en el noveno año. Este es uno de los «retornos» más impactantes: el retorno de la conciencia del yo hacia el noveno año de edad. Volviendo en una forma más espiritual, mientras que en el segundo o tercer año de vida tiene más un carácter anímico. Este es solo uno de los eventos que regresa de una manera sorprendente. La misma observación se puede hacer para eventos menos significativos.

En el fondo, mis queridos amigos, en el futuro será urgente que la evolución humana, preste atención a estas cosas íntimas en la vida humana. La visión de tales cosas debe convertirse gradualmente en parte de la cultura general. La cultura y la educación de la humanidad cambian de época en época. Hoy día, por ejemplo, nos mostramos muy preocupados si a los diez años nuestros hijos no saben leer o sumar. Los romanos no lo estaban en absoluto; ellos se preocupaban si un niño de diez años aún no conocía las doce tablas de la ley. Nosotros por nuestra parte, no vemos un gran problema el que nuestros hijos desconozcan los términos de la ley. ¡Las mentes de nuestros niños estarían en una situación lamentable si lo hiciéramos! Lo que en general, se considera necesario que han de saber las personas, cambia de época en época; y hoy nos encontramos en un punto de partida del tiempo en que la evolución misma de la Tierra y la humanidad requiere que estas conexiones más íntimas de la vida anímica del Hombre sean generalmente reconocidas. El hombre tendrá que llegar al punto de conocerse a sí mismo más exactamente de lo que se ha considerado necesario hasta ahora. De lo contrario, estas cosas incidirán sobre la disposición total de la vida humana de la manera más desfavorable.

Que no sepamos cual es el origen de algo que nos conmueve profundamente, no se deduce de ello que tampoco ocurra en nuestra vida anímica. Los eventos vuelven; Ellos ejercen su influencia sobre nuestra vida anímica. No podemos dar cuenta de ellos. No intentamos traerlos a nuestra conciencia. El resultado es que muchas personas hoy en día sufren mucho por las condiciones anímicas que simplemente aceptan, mientras que, por supuesto, no tienen idea de que son debidas a experiencias anteriores. Lo que sea que afecte a nuestros sentimientos siempre regresa de una forma u otra. Probablemente recordarán el ejemplo típico que he puesto a menudo. Si enseñamos a un niño a orar, es decir, si le enseñamos a desarrollar un estado de ánimo y un sentimiento de oración, el efecto de esto volverá a su vida después de muchos años. En el intervalo, oscila hacia atrás, pero luego vuelve a salir, y solo más tarde, después de mucho tiempo, el sentimiento de oración vuelve y se manifiesta en un estado de ánimo de bendición. Como he dicho a menudo: nadie podrá en la vejez otorgar bendiciones a otros, simplemente por su presencia, o por los elementos imponderables en su naturaleza, si en la infancia no ha aprendido a orar. La oración se convierte en el poder de bendecir. Así es como las cosas vuelven a la vida. Y es imperativo que los hombres entiendan estas cosas.

La verdad es que la incapacidad de los hombres para comprender estas cosas, es la que, a la vez, causa su incapacidad para percibir el gran significado del Misterio de Gólgota. ¿Qué significado puede tener, para las personas que están atrapadas en los límites de la educación de hoy en día, cuando oyen decir: «después de que Cristo pasara por el Misterio de Gólgota, se unió a la vida de la humanidad terrenal?». La gente no está lista para formarse ninguna idea de su relación recíproca con el verdadero reino de la vida en la que se encuentra el Cristo. La influencia del Impulso Crístico no es muy destacable en la actividad de la formación de conceptos de nuestras cabezas. Sin embargo, tan pronto como miramos hacia abajo hacia el inconsciente, tan pronto como fijamos nuestra mirada hacia abajo hacia la esfera del sentimiento y hacia la esfera de la voluntad, vivimos, en primer lugar, en la esfera de los seres elementales; y esta esfera está entretejida para nosotros con el Impulso Crístico. A través de nuestro sistema rítmico, es decir, a través de nuestros sentimientos, nos sumergimos en el reino con el que se ha unido el Cristo. Allí llegamos al lugar donde verdaderamente se encuentra el Cristo, de manera bastante objetiva, no simplemente a través de la tradición o mediante el misticismo subjetivo.

Además, ahora estamos viviendo en una época en que los eventos que vienen de este lugar, como acabo de explicar, están llegando a tener un gran significado objetivo para la vida del Hombre. Porque están comenzando a ejercer una influencia inconsciente en las decisiones de los hombres, sobre todo en lo que los hombres hacen; y esto es cierto, incluso si luchan contra ello. Solo si estamos dispuestos a entrar en este asunto y comprenderlo, podremos experimentar la influencia conscientemente y considerarla; y luego podremos recurrir a los mundos espirituales que nos rodean para que nos ayuden y trabajen con nosotros.

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Una observación externa será suficiente para mostrar que en este asunto estamos en un punto de inflexión en la evolución humana. Solo necesito referirme a un hecho del que he hablado a menudo desde uno u otro punto de vista. Si miramos el tratamiento acostumbrado de la historia, veremos que aún no ha alcanzado una comprensión del Misterio del Gólgota. Simplemente recuerden la historia del mundo tal como se presenta ante nosotros. Se da una descripción de los antiguos reinos asirio y babilónico, de los antiguos reinos persa y egipcio y de Grecia y Roma, y ​​luego quizás se mencione que tuvo lugar el Misterio del Gólgota, y después de eso sigue una cuenta de las migraciones de los pueblos y así. Algunos historiadores llevan la historia hasta la Revolución Francesa o Poincaré; otros a la caída de los Hohenzollerns, y así sucesivamente. Pero en toda esta fábula, no encontrarán ninguna mención al funcionamiento continuo del Impulso de Cristo. Desde el punto de vista de la historia tal como se concibe hoy, es como si el Impulso de Cristo hubiera sido simplemente eliminado. No está aquí.

Es notable, por ejemplo, cómo un historiador como Ranke, que era cristiano y tenía una verdadera apreciación del Impulso de Cristo desde un aspecto subjetivo, simplemente no fue capaz de añadir el Evento de Cristo a su historia. Él no sabe qué hacer al respecto. No juega ningún papel en su concepción de la historia. Podemos decir verdaderamente que, para el conocimiento del espíritu humano, según se manifiesta en la historia, el cristianismo todavía no está allí. Es nuestra ciencia espiritual antroposófica la que, por primera vez, trata la historia de manera que contemple de manera muy positiva, la necesidad de que en la cuarta época post-atlante, el evento de Gólgota irrumpa en el curso de la evolución histórica. Este evento se coloca en el centro de nuestro marco de la historia humana. Sí, y vamos más allá. No solo recibimos el evento de Gólgota en nuestro marco de la historia humana, también describimos la evolución cósmica, de modo que el Misterio de Gólgota tiene lugar dentro de ella.

Si estudian mi libro «La Ciencia Oculta un Bosquejo», encontrarán que no hablamos solo de eclipses del sol o de la luna o de explosiones o erupciones en el cosmos, sino que hablamos del Evento de Cristo como un evento cósmico. Extraña decir que, mientras los llamados historiadores no pueden encontrar una manera posible de incluir el Evento de Cristo en el progreso del Hombre, los representantes oficiales de la religión se enfurecen cuando escuchan que cierto tipo de ciencia espiritual antroposófica ha entrado en ese terreno y habla del Evento Crístico como evento cósmico. Cuando escuchan esto, lo tratan como un terrible ultraje. Por lo tanto, pueden ver cuán poca predisposición hay por parte de las iglesias de cumplir con los requisitos de nuestro tiempo, ya que es esencial que el Evento de Cristo se intercale entre los grandes eventos del universo.

Debe incluso decirse que los teólogos hoy en día a menudo hablan del Cristo tal como pueden hablar de cualquier otra Divinidad. Hablan mucho de Él como los hebreos de la antigüedad o los judíos de hoy hablan de su Yahvé. Hace unos días les dije cómo se podía tomar el libro de Harnack, La esencia del cristianismo, y sustituir el nombre de Cristo, donde quiera que figure, por el nombre general de Dios, y esto sin alterar el sentido, ya que Harnack no atribuye ningún mérito a la naturaleza específica del cristianismo. Su libro es página por página, una descripción de lo opuesto a la esencia del cristianismo. No trata del cristianismo en absoluto; Se trata de una enseñanza genérica de Yahvé.

Es importante señalar estas cosas, porque están profundamente conectadas con las demandas necesarias de nuestro tiempo. Lo que se necesita, no es una conciencia vaga de la presencia de un mundo espiritual abstracto: la evolución de la cultura humana requiere que el Hombre adquiera conciencia del mundo espiritual real en el que vivimos con todo lo que sentimos queremos y hacemos, y del cual nos despegamos solo en la medida en que pensamos. De ese mundo espiritual solo destacamos con la cabeza, por así decirlo. De hecho, un tipo completamente nuevo de imagen del mundo está justificado cuando hacemos el esfuerzo de impregnar todos nuestros sentimientos, deseos y acciones con el Impulso Crístico. Nuestra astronomía moderna y nuestra teoría de la evolución han sido capaces de desarrollarse tan enteramente, a lo largo de fórmulas abstractas, únicamente porque el Impulso Crístico no se ha afianzado en los hombres internamente, sino que se ha mantenido como una tradición. Incluso cuando se ha afianzado subjetivamente de los hombres, sus experiencias internas no han sido al mismo tiempo experiencias objetivas del mundo, es decir, experiencias en las que sentimos una interacción entre nosotros y todo lo que está sucediendo espiritualmente a nuestro alrededor.

Aquí y allá se ve que las personas comienzan a ser más conscientes de la necesidad de un nuevo impulso en la evolución de la humanidad. Pero les resulta muy difícil llegar al punto de decidir afianzarse en la vida del espíritu en su actualidad. Cuando las personas hablan del espíritu, siempre tienen más o menos ganas de mantenerse dentro de lo abstracto.

Incluso la conciencia sobre qué actitud adoptamos en relación con nuestros pensamientos, debe cambiar en cierta manera. Porque, como he señalado repetidamente, la ciencia espiritual antroposófica está presente en el tiempo actual, para el cumplimiento de un propósito definido. No es el resultado de un deseo de promover el entusiasmo por algún tipo de ideal. Sino que surge de una comprensión de las necesidades del hombre en el momento presente. Y de nuevo en este punto, debemos relacionar las necesidades actuales con ciertos poderes del alma que estaban presentes en las épocas más remotas, cuando el Hombre tenía una conexión más estrecha con su entorno espiritual. Porque en aquellos tiempos las condiciones de la vida anímica humana eran muy diferentes.

Como les he explicado a menudo, no podemos perseguir ningún desarrollo posterior del Hombre desde fuentes externas a él. Los impulsos para el progreso de la evolución humana deben ser evocados desde el interior en el futuro; deben proceder de nuestra conexión con el mundo espiritual, y no debemos permanecer ciegos al hecho de que, a menos que por nuestro propio esfuerzo, agreguemos algo a las experiencias de la vida, éstas tenderán cada vez más a convertirse en experiencias de declive. La evolución de la Tierra ya ha entrado en un proceso descendente, y como seres humanos debemos elevarnos por nuestros propios esfuerzos si queremos trascender la evolución de la Tierra, porque podemos emerger más allá de ella solo a través de nuestra conexión con el mundo espiritual. Debemos sentir nuestros esfuerzos en la dirección del conocimiento, como un poder dentro de nosotros, que permite a la humanidad pasar a las etapas futuras de la evolución, cuando la Tierra se desvanezca, incluso cuando pasemos a otras etapas de la evolución cuando nuestro cuerpo muere y pasamos por la puerta de la muerte.

Pasamos como seres humanos individuales a través de la puerta de la muerte hacia el mundo espiritual; el cuerpo muere y se desprende de nosotros. Así será un día para la humanidad en su conjunto. La humanidad evolucionará hacia la existencia de Júpiter. La Tierra se convertirá en un cadáver. Incluso ahora estamos en la etapa final de su evolución. El ser humano individual tiene arrugas y el pelo gris. Para el geólogo que sabe observar correctamente, la Tierra lleva hoy sobre si, los signos inequívocos de la vejez; se está muriendo bajo nuestros pies. La búsqueda espiritual en la que estamos comprometidos hoy, trabaja contra del envejecimiento de la Tierra. El conocimiento de este hecho debe impregnar nuestra conciencia.

En épocas remotas hablaban de la estrecha relación entre el conocimiento de los Misterios, la salud física y la curación, desde un punto de vista diferente. Esta es una verdad que ahora nuevamente, debe comenzar a abrirse paso hacia la conciencia humana. Todo esfuerzo por el conocimiento debe hacer surgir el pensamiento: estoy haciendo algo para promover una mayor evolución de toda la humanidad. Obviamente, nunca llegaremos a esta conciencia si no prestamos atención al proceso real que transcurre a nuestro alrededor en la forma que he descrito. Porque hasta que no reconozcamos esto, estamos obligados a considerar todo lo que sentimos, deseamos y hacemos como asuntos personales. Desechando la idea de que eso son cosas que siguen su curso tanto fuera como dentro de nosotros. También será necesario que las ramas más exactas del saber humano lleguen a alcanzar esta ampliación de nuestro pensamiento y comprensión del mundo. Y aquí, permítanme referirme a algo que tal vez no sea completamente inteligible para todos.

Los dominios más exactos del conocimiento aún no están en su apogeo, ¡ni mucho menos! Por ejemplo, se pueden encontrar hoy en las ciencias exactas las ideas más imposibles. Seleccionaré solo una, que tal vez sea generalmente inteligible. Las personas suelen tener la siguiente imagen trivial: allá afuera en alguna parte está el sol, y desde el sol la luz se propaga en todas direcciones, justamente igual que cualquier otra fuente de luz. Y encontrarán que dondequiera que las personas sigan esta difusión de luz con ideas matemáticas, dirán: Veo la luz expandirse hacia el infinito, entonces, ¿por qué después, de un modo u otro, desaparece; se debilita gradualmente y se pierde? Pero esto no es así. Todo lo que se extiende o se difunde de esta manera alcanza un límite, y desde este límite vuelve a oscilar; vuelve a su fuente en una forma cambiada. La luz del sol no viaja hasta el infinito, sino que se balancea sobre sí misma, no como luz, sino como algo más. No obstante, vuelve.

Eso en realidad pasa con toda forma de luz. Y así es también con todo tipo de actividad. Todas las actividades e influencias están sujetas a la ley de la elasticidad. La elasticidad en las actividades, siempre tiene su frontera o límite. Y, sin embargo, ideas como las que he descrito anteriormente son corrientes en nuestras llamadas ciencias exactas; Las encontrarán presentadas allí hoy. Si ustedes fueran físicos, llamaría su atención sobre cómo las personas consideran la distancia recorrida y el tiempo. Designan a la velocidad, generalmente con la letra ‘v’, una función de distancia y tiempo, y llegan a la siguiente ecuación: v = d / t. Pero, mis queridos amigos, eso es absolutamente falso. La velocidad no es un resultado; la velocidad es un principio o cualidad elemental de algo, que está contenido dentro de ella, ya sea material o espiritual. Y esta velocidad la analizamos; La dividimos en distancia y tiempo. Extraemos dos cosas de ella: espacio y tiempo. El espacio y el tiempo, sin embargo, no son cosas reales en sí mismas. Lo que son reales son las velocidades, la variabilidad de las velocidades. Esta observación la hago en favor de los físicos. Ellos me entenderán si digo que su conocimiento teórico del tiempo, se apoya en cimientos muy inestables. Estas teorías no se sostendrían si estuviéramos en posición de captar lo espiritual en su realidad.

Eso es lo que se requiere de nosotros en la presente época de Micael. Ello significa, que debemos tomar pleno conocimiento del medio ambiente del Hombre; deberemos llegar a conocer los diversos seres elementales y superiores en nuestro entorno con tanta certeza como conocemos el aire y el agua que nos rodea. Estas son las cosas importantes para nosotros; y que deben volver a formar parte de la educación general y de la cultura, como lo fueron en la antigüedad. La gente no está preparada para admitir esto. No admitirán que en la evolución humana se producen cambios tan trascendentales como los que se dieron, por ejemplo, en el punto de inflexión a mediados del siglo XV. Y, sin embargo, es bastante posible probarlo a partir de hechos detallados.

Algún autor ha escrito recientemente un libro en el que da muchas frases de los alquimistas. En particular, cita un pasaje en el que se menciona todo tipo de cosas: mercurio, antimonio, etc. Pues bien, nuestro autor, que en su libro se muestra como un excelente químico moderno, dice que no obtiene ningún resultado aplicando una receta determinada, tal como la indica algún alquimista. No puede hacerlo por la sencilla razón de que, cuando un químico de hoy en día habla de mercurio o azogue, se refiere al metal externo. Pero en el libro que está citando, las palabras significan algo muy diferente. No se refieren en absoluto al metal externo, sino a ciertos procesos dentro del organismo humano, e indican un conocimiento del ser interior del Hombre. Tienen el sentido que tenían para el alquimista. Ciertamente, es muy posible leerlos como si uno estuviera leyendo la descripción de un experimento de laboratorio, llevado a cabo con retortas y tubos de ensayo, ¡pero entonces no encontramos ningún significado! Uno se ve obligado a considerarlo todo como un disparate. Sin embargo, tan pronto como sabemos lo que significaban en aquellos tiempos, las palabras antimonio, mercurio, etc., recobran significado. Pueden, ciertamente, aplicarse a los minerales externos, pero principalmente se refieren a procesos internos de la naturaleza humana, para los cuales tenían otros medios de acercamiento que los que tenemos hoy. Por consiguiente, los escritos relevantes de antes del siglo XV deben leerse con un entendimiento muy diferente de la forma en la que abordamos los escritos científicos de fecha posterior.

Tales cosas, ofrecen la oportunidad de estudiar, incluso externamente, le transformación tan profunda que ha tenido lugar en la vida anímica del hombre. Durante mucho tiempo, de hecho, durante cientos de años, la humanidad no ha valorado estas cosas, pero hoy vivimos en una época en la que debemos comenzar a valorarlas.

Traducción revisada por Gracia Muñoz en septiembre de 2019.

Un comentario el “GA194. Los Seres Elementales y los destinos humanos

  1. en esas estamos. Un saludo

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